domingo, octubre 31, 2010

Si él cuida de las aves...

Hoy entonamos este himno. Hermosa respuesta a mis oraciones...

¿Cómo podré estar triste?
¿Cómo entre sombras ir?
¿Cómo sentirme solo
y en el dolor vivir?
Si Cristo es mi consuelo,
mi amigo siempre fiel,
si aún las aves tienen
seguro asilo en él,
si aún las aves tienen
seguro asilo en él.


¡Feliz, cantando alegre,
yo vivo siempre aquí;
si él cuida de las aves,
cuidará también de mí!


"Nunca te desalientes", 
oigo al Señor decir,
y en su palabra fiado,
hago al dolor huir.
A Cristo, paso a paso,
yo sigo sin cesar,
y todas sus bondades
me da sin limitar,
y todas sus bondades
me da sin limitar.


¡Feliz, cantando alegre,
yo vivo siempre aquí;
si él cuida de las aves,
cuidará también de mí!


Siempre que soy tentado
o que en la sombra estoy,
más cerca de él camino
y protegido voy;
si en mí la fe desmaya
y caigo en la ansiedad,
tan sólo él me levanta,
me da seguridad;
tan sólo el me levanta,
me da seguridad.

sábado, octubre 30, 2010

Por esa bendita gracia...

... es que he podido hacerme tantas preguntas esta semana. No había agradecido tanto que llegara un fin de semana -y además, uno largo-. Ahora sí sentí una necesidad bárbara de descansar, de buscarle, de encontrarme de nuevo con Él.

Tantas preguntas... y casi todas son de esas personales, de esas que duelen pero sabes que tienes que hacerlas. Esas benditas preguntas que te hacen estremecer, hasta que casi lloras. Y la necesidad -o la necedad de querer- hacer algo. ¡Qué frustrante es no saber qué hacer!

Y contra mi propio viento y mi propia marea, rompo con mis planes y busco el espacio para estar con Él. No hay más, es necesario e inminente apartarme.

¿Es posible medir la fe? ¿Hay un cristianismo "estándar" que debemos cumplir? ¿Cómo le respondemos a un hermano en la fe que tiene dudas del tamaño del mundo? ¿Podemos dar el discurso pre-formado "No te preocupes, Dios sabe"? ¿Nos atrevemos a juzgarle por no tener la "misma fe" que nosotros? ¿Le damos la espalda porque no vemos esas expresiones de fe "tradicionales y convencionales"? ¿Cómo le ayudamos a continuar buscando las pisadas de Jesús? ¿Acaso ya conocemos bien el camino? 

¿Cómo puedo vivir mi fe en contextos tan difíciles? ¿Qué acciones concretas me corresponden? ¿Cómo llevo el consuelo de Jesús a otros que la pasan peor que yo? ¿De qué forma he vivido yo ese consuelo?

¿Quién soy? ¿Qué identidad me ha dado mi Señor? ¿Cómo correspondo a esa identidad? ¿Cómo expreso esa identidad a los que me rodean? ¿Por ser hija de Dios gozo de más privilegios o, más bien, tengo un mayor compromiso?

¿Cuándo debo callar? ¿Cuándo debo hablar?

¿Qué propósito tiene la situación por la que estoy pasando? ¿Puede alejarme o acercarme más al Padre? ¿Cómo camino en medio de esta neblina?

¡Me aferro a la Gracia! A esa bendita gracia, por la cual he podido preguntarme estas cosas y otras más. La misma que tuvo su máxima expresión en un madero, ¡a esa Gracia me aferro!

Aun contra mi propia necedad y pese a la existencia de otras opciones "más divertidas e interesantes", me apartaré. Es inminente hacerlo.

martes, octubre 26, 2010

"Dígame, ¿cuáles son sus ingresos mensuales?"

La semana pasada fui contactada para realizar algunas visitas domiciliarias y aplicar estudios sociales. La finalidad es recabar datos para la asignación de becas por parte de una liga de beisbol. Podríamos decir que es mi primera experiencia "laboral", aunque sea algo eventual.

Confieso que por mucho tiempo dije que yo nunca haría estudios sociales o visitas domiciliarias... hablé muy pronto. Es una de las labores que realizamos los trabajadores sociales, y en verdad es importante hacerlo, pues nos permite conocer parte de la realidad de las familias que necesitan (o no) un apoyo económico para sus hijos. Comienzo a re-valorarlo, por varias razones.

De forma muy subjetiva puedo comprender que nuestro contexto socio-económico presenta "N" cantidad de situaciones, la mayoría de las veces adversas, que orillan a las personas a buscar un ingreso extra, cualquiera que éste sea. La necesidad los motiva a buscar y en cuanto se presenta una oportunidad lanzan la soga, tal vez "pesquen" algo.

Como aplicadora del estudio social, me sentí extraña. Yo sólo iba a preguntar sobre la estructura familiar, a recabar datos, a solicitar comprobantes de ingresos y egresos, a observar la vivienda "sutilmente". ¿Cómo puedo yo entrar a una casa, invadir un espacio privado y cuestionar sobre asuntos que no me competen? A veces las personas se sienten intimidadas, incluso intentan ocultar detalles que resulten "incómodos" o revelen que no están hablando con la verdad.

Hay dos líneas que se me presentaron para reflexionar: Primero, la meramente social. Dentro de estas familias hay desempleados (algunos de Luz y Fuerza del Centro), o jefes de familia que sobreviven con apenas el mínimo. La administración del ingreso familiar es algo que no se vislumbra claramente (¿acaso mejorando esto cambiaría la situación?); los hijos que han tenido que trabajar para pagar su universidad, o las tarjetas de crédito que tienen que cancelarse (¿por qué no tenemos educación en este aspecto?). Mirar dentro de las familias es echar un vistazo a lo que sucede en el país.

Segunda línea de reflexión: la ética. Ahora estoy escribiendo sobre lo que observé, intentando no declarar cosas de más, precisamente porque entré a un espacio privado, y el código mínimo de ética de la profesión exige confidencialidad. El manejo de la información de estas personas es algo serio, pero también no puedo falsear datos; una persona me preguntó si le convenía dar cierta información, sólo atiné a decir "la idea es ser lo más transparentes posibles". Si se llegase a alterar el resultado del estudio, se puede afectar a otra familia que puede necesitar más la ayuda; yo no determino la asignación de becas, pero "podría" influir hasta cierto punto, ¿lo permito o no lo permito? Y, claro, también está la situación de "juzgar", a la que no debo dar paso.

Por lo anterior, comienzo a re-valorar las visitas domiciliarias y los estudios sociales, al igual que mi posición como entrevistadora y como profesional. Trabajo con personas y eso es delicado. Cualquier tipo de decisión les afecta, ¿cómo se maneja este grado de responsabilidad y compromiso? ¿hasta dónde llega mi intervención?

Y bueno, muchas cosas más se quedan en el tintero.

domingo, octubre 24, 2010

Yo sé que te amaré...

Acaban de compartirme esta canción, y me gustó muchísimo...



Eu sei que vou te amar
Por toda a minha vida eu vou te amar
Em cada despedida eu vou te amar
Desesperadamente eu sei que vou te amar
E cada verso meu será pra te dizer
Que eu sei que vou te amar
por toda minha vida

Eu sei que vou chorar
A cada ausência tua eu vou chorar
Mas cada volta tua há de apagar
O que essa ausência tua me causou

Eu sei que vou sofrer
A eterna desventura de viver
À espera de viver ao lado teu
Por toda a minha vida
 
***
Yo sé que te amaré
Por toda mi vida te amaré
En cada despedida te amaré
Desesperadamente yo sé que te amaré.
Y cada verso mío será para decirte
Que yo sé que te amaré
Por toda mi vida.

Yo sé que lloraré
En cada ausencia tuya lloraré
Pero cada vuelta tuya ha de apagar
Lo que esa ausencia tuya me causó.

Yo sé que sufriré
La eterna desventura de vivir
A la espera de vivir a tu lado
Por toda mi vida.

miércoles, octubre 13, 2010

Mirando Su Gloria

"Si quieres ver la Gloria de Dios, mira a la persona que está a tu lado". Esta frase la dijo un estudiante en el último evento de Compa en la ciudad, hace una semana.

Y me surgió una pregunta que me ha dado vueltas: ¿cuántas veces has puesto atención en las personas, como para observar la Gloria de Dios?

Es muy duro reconocer que no lo hacía. Sabía que tenía que amar al prójimo, pero eso de mirar el rostro de Jesús en el prójimo lo había dejado botado en algún rincón.

Ahora, estoy aprendiendo a mirar Su Gloria en las personas que me rodean, lo que también implica permitir que Su Espíritu obre en mí; abandonar mis estereotipos, mis prejuicios, mi idea de lo que está bien... es algo difícil y complejo.

Será todo un Proceso (sí, con mayúscula). Pero confío en que Él irá moldeando este pedazo de barro, y será bueno.

viernes, octubre 08, 2010

Y sí... estoy enamorada


Sí, no dejo de suspirar.
Sí, estoy distraída.
Sí, sonrío inocentemente.
Sí, me sonrojo.
Sí, no dejo de pensar en la persona amada.

Concluyo, entonces, que estoy enamorada.

Antes llegué a pensarlo, y a veces lo decía.
Pero ahora, justo hoy, descubrí que, de hecho, lo estoy.
No sólo de palabra, o de pensamiento... de hecho estoy enamorada.

Es en esta temporada otoñal, cuando siento que ando volando bajo, cuando parece que me muevo por inercia, cuando las mariposas en la panza empezaban a dormirse... que Él me cautiva de nuevo.

¡Y no puedo evitar rendirme! Tanto me conoce, que sabe perfectamente por dónde llegar, por dónde abordarme... sabe la estrategia para conquistar mi corazón de nuevo.

Y me maravilla su método: con pausa, pero sin prisa. Muy diferente al que usa para señalarme los errores, y muy diferente a lo que yo esperaría o quisiera, ¡todo lo contrario! Con suaves llamados, pequeños detalles... ¡los pequeños detalles!

Bueno... estoy en otoño, pero Él se está encargando de que sea especial. Yo sólo puedo dejar que me sorprenda, que me enseñe, que me cautive...

domingo, octubre 03, 2010

Los participantes de mi cambio

- Es mi impresión, ¿o el sermón estuvo duro y tupido?
- Para mí, estuvo normal...
- Ah... entonces, ¡es algo personal con Dios!

Conclusiones del mensaje de hoy.


El día de hoy, mi pastor dio un mensaje basado en Filipenses. El versículo clave era: 
"... ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (v. 12-13)
La salvación tiene dos actores: Dios y nosotros. La idea "ocupaos en vuestra salvación", no quiere decir que por obras la alcanzamos, sino que nos toca trabajar en las implicaciones de la salvación, de los cambios que de ella se derivan. Y Dios es quién nos da esa salvación, él es quien obra.

Bueno, yo estaba muy tranquila. Pero cada punto que se tocaba en el mensaje, me hizo pensar en la entrada anterior sobre el otoño que me estaba preocupando. Pienso que yo tomé una postura incorrecta. A continuación los puntos principales:

* Dios usa tres herramientas para cambiarnos:

1. Él usa la Biblia. (¡Y a veces nos agarra a bibliazos!). Por eso es importante leerla, estudiarla, memorizarla, meditar en ella. Dios nos habla a través de Su Palabra.

2. El Espíritu Santo. Es nuestro energizador para actuar. Él nos da ese "empujoncito", siempre y cuando esté dentro de la Voluntad del Padre.

3. Las circunstancias. Entiéndase: problemas, dificultades, presiones, estrés... Las situaciones más complicadas resultan ser las que más no ayudan a creer. Por ejemplo, quieres aprender a amar, entonces Dios te pondrá con personas que no sean tan agradables para ti.

[En este primer bloque, cayeron algunas piedras... Y aún faltaba más]

*Nuestra parte en nuestro cambio, consiste en tres decisiones importantes:

1. Yo puedo elegir lo que pienso. En Efesios leemos: "renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad" (v. 23,24). Me acordé de John Stott, en "Jesús es el Señor" [1], cuando menciona que nuestra mente debe estar sometida al Señorío de Cristo. Entonces, hay que cambiar ideas para cambiar emociones y acciones; quitar el piloto automático. 

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable perfecta" Romanos 12:2

Así que, hace falta transformar la mente, para poder transformar muchas otras cosas. Si no quiero tener un otoño deprimente, debo hacer a un lado esa idea, y pensar en la Palabra. Pensar la Palabra (esta idea está en Josué 1:8).

2. Yo puedo elegir depender en todo momento del Espíritu Santo. Nada puedo hacer alejada de Él. Como los pámpanos de Juan 15. Entonces, me toca orar por cada área de mi vida, porque dependo de Él; me toca ponerlo todo en Sus manos, porque dependo de Él. Y me toca dejar que el Espíritu me guíe, aun en contra de lo que yo podría pensar que "es lo mejor". Dejar que Él haga.

3. Yo puedo elegir mi respuesta a las circunstancias. Hay de dos: o me amargo ante lo difícil, o respondo con gozo. En más de una ocasión se dice que las pruebas producen paciencia, y esto deriva en una fe preciosa para Dios... entonces, debería de gozarme porque mi carácter está sometido a un proceso de moldeado. Nada de lo que pasa en mi vida, sucede sin la autorización de Dios (recordemos a Job). 

¡Nombre! Sentí clarito que las ideas, las expresiones, las exhortaciones de mi pastor ya eran personales. Y la cereza del pastel:
Dios está más interesado en tu carácter, que en tu comodidad.

Adentro de mí parecía que alguien decía "¿alguna otra cosa, Ada?". ¡Vaya respuesta!

Después, la clase de dominical. Otro tiempo para refrescar la memoria y el espíritu. Fue como si me levantara del polvo (después de una caída en la carrera), sacudiera la tierra, me diera unas buenas palmadas en la espalda y ¡orale, sígale!

No hay pretexto. No hay razón para dejar que se me amargue el otoño, no hay causa alguna para decaer... Dios hace su parte, siempre de los siempres, porque Él es Fiel. Por tanto, debo hacer la mía, confiando en esa Fidelidad. 

Que sea por Él y para Él.

[1] Stott, John. Jesús es el Señor. Llamado a un discipulado radical. Perú, Ediciones Puma, 2002.

sábado, octubre 02, 2010

Otoño


Ya llegó el otoño. Es como mi estación favorita del año, no hace tanto calor y tampoco enfría mucho (con excepción de algunos días). Puedo ir abrigada con algo no tan estorboso como cuando es invierno -¡puedo usar mis bufandas favoritas!-, lo que me permite estar cómoda. Es una época en que se me antoja más salir con mis buenos amigos a caminar, tomar algo caliente y platicar de cualquier cosa.
Es divertido pisar los montones de hojas secas y escuchar como crujen, y es encantador descubrir hojas "especiales", por su forma, su color o textura.


Pero algo me está pasando en estos días: parece que tengo síntomas de otoño en mi corazón. Y ese otoño, no me gusta. Y no quiero dejar que esto me agobie, pero ¡híjole, cómo cuesta mantenerse! Pareciera que no puedo tener ese tiempo con Él, aunque lo quiero... es extraño. Esa sensación de querer hacer las cosas y cumplir los compromisos, pero no tener el impulso para realizarlos, es desesperante y frustrante a veces.


Y por eso lo escribo. Porque necesito apoyo de mis buenos amigos y compañeros. He aprendido que esto no se camina solo, y mucho menos con una loza encima. Así que solicito sus oraciones. Sé que ahora es un tiempo para estar en silencio y escucharle, pero no quiero que mi "yo" me presione y aplaste con ese silencio. Se aceptan desde sugerencias hasta chistes, je.

A pesar de este sentir, me aferro a la confianza de que Aquel que me dio soplo de vida, me sostiene y me reanimará. Porque Él es fiel y amoroso.