jueves, febrero 23, 2012

Lo que me gusta de Cd. Juárez


- El cielo
- La gente: su hospitalidad, su tono de voz, su acento, sus palabras
- Los amigos
- El sonido del tren
- Las montañas
- Lo seco y extremoso del clima (aunque sea raro; tampoco significa que sea fácil para mí)
- Las avenidas amplias y derechas
- La biblioteca del ICSA
- Los edificios llenos de historia(s)
- La comida
- Las oportunidades que hay para seguir predicando el evangelio de Jesús.

Por supuesto, hay cosas que no comprendo, y cosas que no me gustan pero hoy sólo quiero mirar las cosas lindas que han hecho que esta ciudad me fascine. Es posible que la lista pueda crecer...

Seguimos caminando...


domingo, febrero 19, 2012

Corazones rotos y parchados

Hace unas semanas, recordaba mi clase de administración social y en lo que consistió el trabajo final: en equipos debíamos diseñar una organización (empresa, AC, SC...); y teníamos que pensar desde la misión y la visión hasta el logo. En mi pequeño grupo se nos ocurrió crear una AC llamada "Corazones rotos y parchados". Da risa el nombre, pero si ponemos atención a nuestro alrededor veremos que es una realidad más común de lo que imaginamos.

En cualquier parte encontramos algún corazón roto; pensemos más allá de los decepcionados por el amor de pareja, pensemos en aquellos que tienen un corazón herido por una amistad perdida, por la muerte de un ser querido, por el fracaso escolar, por la falta de un empleo, por la desconfianza en alguien apreciado, por la desigualdad y la injusticia, por la corrupción, por el hambre, por la soledad, por el abandono, por el abuso sexual, por la violencia, por la incomprensión... por el pecado.

Cada uno de nosotros tiene un corazón roto que duele. Por eso vagamos errantes por el mundo, buscando algo que nos "cure", que nos ayude a mitigar el dolor. Podemos encontrar venditas o curitas: dinero, sexo, alcohol, drogas, poder, dinero, éxito, títulos universitarios, relaciones amorosas, héroes de cómics, políticos, una casa, autos, mascotas, revistas, programas en la tele, libros... Pero nada de eso será suficiente, lo roto seguirá roto.

Entonces, ¿qué o quién puede curar el dolor de nuestro corazón?

Uno sólo puede hacerlo: Jesús. En el evangelio de Juan, leemos que a Jesús se le describió como el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). También encontramos en Isaías 53 que "él llevó nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores... el castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados" (v. 4 y 5). 

Nada de lo que hagamos puede sanarnos y quitarnos ese dolor, nada de lo que podamos hacer puede darnos paz. Sólo la fe en Jesús, la fe que nos justifica ante Dios y nos libera del pecado.

El mundo está lleno de corazones rotos, ¿cómo ayudaremos para que el panorama cambie un poco?

miércoles, febrero 08, 2012

Soneto al crucificado

Cristo Crucificado. S.XV.
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor: muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo.

sábado, febrero 04, 2012

[Re] Conectándome

Esta semana fueron las primeras clases en la universidad. Y yo empecé mi maravilloso proceso de titulación: elegí la modalidad de apoyo a la docencia, que consiste en elaborar un trabajo escrito que contenga el desarrollo de un tema del programa de alguna asignatura, y una propuesta de material didáctico para el mismo.

Esto implica asistir a todas las clases con un profesor de carrera. Elegí una materia de segundo semestre: situación nacional contemporánea, con una maestra que tiene fama de ser muy buena académica e investigadora (y su curriculum la respalda).

Sólo he tomado dos clases y ya tengo en la cabeza un sin fin de ideas, inquietudes, preguntas y desafíos. Trataré exponer algunas aquí:

1. El grupo al que me integre está conformado por jóvenes que nacieron en 1993. Lo confieso: sentí el "ranazo" de la edad. Aunque sólo les llevo 6 años más, caí en la cuenta de que su contexto ha sido diferente al mío y lo que ellos han vivido lo han comprendido de forma distinta (tal vez). 

2. Son muy jóvenes, ¡pero tienen sed de comprender lo que ocurre a su alrededor! Al menos esa fue mi conclusión después de escuchar sus impresiones y opiniones de la primera lectura del curso (Los tiempos de nuestra historia de Lorenzo Meyer). 

3. Cuando estaba en los últimos meses de la universidad, llegué a preguntar al Señor por qué no me alcanzó en mis primeros semestres; me hubiera gustado tener más tiempo para aprender a conectar mi fe con mi profesión y con cada materia que estudié. Me hubiera gustado aprovecharlas más, leer más, preguntar más. 

Después de esta semana descubrí que tendré que leer lo mismo que los estudiantes (es necesario para mi proyecto); además de lo que deba investigar sobre el tema que desarrollaré y las teorías pedagógicas que darán soporte a mi propuesta. ¡Leeré lo que no leí en la carrera! 

El escenario lo he visto de esta manera: Es una oportunidad más que el Señor me da para hacer lo que he mencionado arriba: aprender a conectar mi fe con el campo de estudio del Trabajo Social, mi profesión.

4. También he visto que es una oportunidad para dar testimonio de mi fe. Quizá no lo haré directamente en un inicio, porque aún no sé hasta dónde puedo ser partícipe de la clase. No obstante, mi asesora ya sabe que trabajo en una AC y en algún momento tendré que explicarle más detalles sobre lo que hago. No hay más, es una bendición de Dios estar en esta situación.

Entonces, me encuentro en un proceso interesante de re-conexión: no sólo con la Universidad y el aula, también entre mi fe y la realidad social. Me siento como niña pequeña descubriendo algo nuevo; y parece que me estoy convenciendo de algo: quiero regresar a la Universidad en algún momento de mi vida (en una segunda carrera, o una especialidad, o una maestría... ¡cómo sea!).

Un desafío más: la disciplina de vivir un día a la vez. He tenido que asignar días específicos para trabajar en mi titulación y para dedicar al ministerio, y es una tentación tratar de "avanzar" fuera del tiempo establecido. Simplemente no puedo: me estreso, me canso y me frustro. Debo enfocarme en vivir un día a la vez, y hacer bien el trabajo que me corresponda cada día. No es tan sencillo como parece.

Así que, estoy expectante, contenta, desafiada y agradecida. Que el Señor me ayude.