martes, septiembre 03, 2013

Escribir


Hoy quise re-encontrarme con un par de diarios míos, los más viejos que tengo, los que sobrevivieron a varias "depuraciones" por que pensé que sería bueno conservarlos. 

El más viejo tiene registros del 2006, y sé que tenía más cosas escritas de antes pero un día decidí arrancar las hojas y botarlas a la basura, en el intento de borrar un pasado que duele y que me incomoda, tanto que prefiero no recordarlo. No fue el único diario que sufrió esa suerte: empecé a escribir desde los 14-15 años, pero no tengo nada de esos tiempos. Parece que desde entonces tenía esa necesidad de huir del pasado.

Pero ese del 2006 ha sobrevivido. En realidad no tiene mucho de ese año, pero sí lo suficiente para recordar y reconocerme. No soy la misma, como bien lo indican los textos del año 2008 y 2009 que abarcan más de la mitad de ese cuaderno. Ese diario es el de la transición, el cambio, el "antes-después"; por eso lo conservo, porque resguarda lo último de la vida anterior y lo primero de la nueva.

De ahí en adelante, he tenido una práctica más o menos regular de escribir diarios (aunque no siempre escribo "a diario"). Y cada vez que vuelvo a esos registros, que me ayudan a recordar y re-interpretar lo que he vivido, me llevo sorpresas: ¿en serio pensaba yo eso? ¿a poco desde entonces tengo esas preguntas-miedos-inquietudes? ¡mira, Dios respondió en esta área! ¡mira, sigo sin arreglar ese conflicto! 

Y entonces, reconozco la importancia de seguir escribiendo, de registrar lo que pienso y reflexiono, lo que siento y me pregunto. Grabar con tinta lo que voy haciendo y lo que Dios va haciendo conmigo y a través de otros. Guardar lo que se pueda de la vida en un cuaderno, porque después de un tiempo yo misma lo olvidaré y necesitaré recordar quién fui.

Escribir para después interpretar y re-interpretar a la luz de la gracia: mirar atrás y reconocer que Él es el Dios de la Historia y de mi historia, que nada se le escapa porque todo lo que ocurre termina aportando al gran plan divino. En fin, escribir para alabarle por su eterna fidelidad y su incomparable misericordia.

Seguiré escribiendo, y haré un esfuerzo por seguir haciéndolo.

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