lunes, septiembre 30, 2013

Señor, yo no te pido

Gaspar Garza y Garza

Señor: yo no te pido que me aísles de los quebrantos de la hora crítica; lo que te pido es que, con humildad, y sencillez de corazón, me permitas ir siempre asido de tu mano a través de este valle de sombras.

Yo no te pido que hagas disipar las densas sombras que cubren mi camino; lo que te pido es que, cual antorcha luminosa y sagrada, hagas arder mi corazón para así convertir el negror de mi senda en la claridad de la aurora.

Yo no te pido que el dolor huya de mí, que el padecer me abandone para siempre; lo que te pido es que con cada queja me envíes una esperanza, y con cada lágrima un reflejo de tu presencia eterna.

Yo no te pido que la frialdad de ánimo no visite mi morada; lo que te pido es que, con el fuego ardiente de tu altar, enciendas mi alma para que conserve su calor ante el más frío de los embates.

Yo no te pido que la sombría incertidumbre no circunde mi cámara; lo que te pido es que, aunque todos duden, yo en Tí crea.

Yo no te pido que mi vida esté exenta del cruel desprecio; lo que te pido es que todo lo que a mi alma hiera como todo lo que a mi alma eleve, me incline en todo tiempo a acercarme más a Tí.

Yo no te pido que el indigno deseo no agite el mar de mi calma; lo que te pido es que con esa fuerza que sólo Tú das, me permitas permanecer fiel sobre la roca inconmovible del temor a Tu nombre.

Yo no te pido "que me quites del mundo, sino que me guardes del mal".

Una oración-poesía que Él pone en mi camino, para animarme a orar con honestidad y transparencia. Una bella respuesta a mi clamor anterior. No me está sacando del hoyo, pero es suficiente para seguir luchando por confiar y creer.




viernes, septiembre 27, 2013

Tengo poca fe ante el futuro, Señor

Mantener la fe ya no es una cuestión de obediencia: ¡es una cuestión de vida o muerte!

Desde hace semanas siento que traigo la fe arrastrando por el piso. No es fácil creer que todo irá bien cuando ves que el mundo se resquebraja pedazo a pedazo, cuando escuchas a diario que la perversión y la corrupción se multiplican, que se extienden cuál levadura en una masa para hacer pan, causando que la misma se infle cada vez más y más y más… ¡uno no sabe cuánto tiempo se necesitará para que estalle!

Me cuesta trabajo mirar el porvenir propio, es decir, mi futuro como persona con serenidad y confianza. Perdóname Señor, sé que estoy dudando. Las circunstancias me hacen dudar, me hacen sentir incertidumbre, temor, miedo. ¿Cómo sentir y creer y pensar que en cinco años yo tendré seguridad cuando mis gobernantes se han dedicado a formular y aprobar reformas que harán la vida más cara? ¿cómo imaginar y visualizar un retiro o jubilación cuando ya no existe la antigüedad ni las prestaciones ni la seguridad social? ¿cómo creer que soy sujeta de derechos cuando a lo largo de tres décadas se ha ido arrebatando y pisoteando cualquier derecho básico?

Sí, sé que en el fondo no tengo derecho a nada. No merezco nada. Y no es hacerme víctima ni menospreciar la vida, no es ser mediocre o tener baja autoestima. Ante ti yo nunca he tenido derecho a nada. Sin embargo, tu gracia ha bastado para tener alimento en mi casa, vestido que me cubra del frío, un techo dónde habitar, médico y medicamentos cuando he enfermado, apoyo emocional cuando me he sentido frágil y vulnerable. Así es, nunca ha faltado nada, siempre se ha tenido lo necesario y lo suficiente. No más, no menos.

Pero Señor, ¡no deja de preocuparme cómo me afectará todo esto! Sí, sé que mi fe está siendo bastante pequeña, que en este momento no podría mover montañas; pero creo que por muy mínima que sea, es suficiente para que yo me acerque a ti con sinceridad y transparencia, para decirte lo inconforme que estoy, lo incapaz que soy de enfrentar lo porvenir con la frente en alto y entereza.

Dios, me preocupa ese asunto de construir un hogar. Ya sabes, buscar una casa, acondicionarla con lo necesario (claro, la TV ya no es necesaria); pagar servicios, alimentos, vestido para dos… pero ¿y si llegan los hijos? ¿cómo podré darles todo eso, más educación, recreación, salud…? Digo, sólo pensar en conseguir una casa/departamento se volverá difícil con un 16% extra de impuesto, y con salarios que sólo dan para llorar. 

Señor, a nuestra generación nos vendieron la idea de que teniendo una educación superior la vida sería más llevadera. Y no sé si nos mintieron o quisieron jugar perversamente con nuestros sueños, pero en estos tiempos los estudios universitarios ya no son garantía de nada. Los años invertidos  no abonan tanto para tener una vida no digo de lujos, sino digna.

Señor, ¿en quién o en qué puedo confiar mi vida futura? ¿En los gobernantes? Han demostrado ser corruptos (quizá no todos, pero sí una mayoría), con poco interés genuino en el bienestar de los ciudadanos y las personas; lamentablemente, no buscan cumplir tu encargo de hacer justicia y gobernar con equidad. ¿En los empresarios? Muchos sólo buscan sus propias ganancias, no importando lo que se deba hacer, como oprimir y esclavizar al trabajador. ¿En la sociedad civil? Aunque levantan sus voces para exigir, veo mucho odio y rencor, hartazgo… no dudo que incluso ahí se muevan intereses egoístas y personales. ¿En los académicos? Bueno, algunos también se han enriquecido injustamente, y no olvidemos la vanagloria que inunda a muchos. ¿En la iglesia? Me entristece profundamente su nivel de indiferencia y enajenación de la realidad; hablan de ti pero parece que no te conocen; hablan de la Biblia pero como un libro bonito para tener adornando una repisa. ¿En mis propios esfuerzos? No. ¡Justo ahora estoy hundida en mis propias preguntas! Mi vida en mis manos corre mucho peligro.

Entonces, Dios, ¿a quién puedo confiar mi vida futura? Sí, la respuesta yo la sé, pero no quiero decirla por decirla, no quiero usarla como un cliché o una frase motivacional. Señor, quiero caminar ese hecho: yo puedo confiarte mi vida entera, presente y futura.

Quiero caminarlo, aprender a vivirlo, aprender a lucharlo incluso. ¡Porque es una lucha! Tener un panorama tan desalentador, tan desesperanzador, y mantener prendida la flamita de la esperanza es algo por lo que se lucha a diario. 

Señor, te digo que no veo nada seguro, nada certero. Sólo una cosa: la Vida Eterna, es decir, conocerte a ti, el único Dios verdadero y a tu Hijo Jesucristo a quién tú enviaste. ¡Y eso tampoco es algo que vea con mis ojos! Pero lo creo.

¿Ves? Mi fe es bastante insignificante, como una semilla de mostaza, como una pequeña moneda echada en el arca porque es todo lo que tengo. ¡No puedo ofrecerte más! Sólo mi pequeña fe y mis enormes preguntas y apabullantes miedos, porque eso es todo lo que tengo.

Ayuda a mi incredulidad. Quiero creer, quiero confiar en ti a pesar de todo lo horrendo que veo a mi alrededor. Pero no puedo hacerlo por mí misma, soy incapaz, estoy deshabilitada. Pero tú eres Dios, y sé que me oyes.

Gracias por escucharme. Ayúdame a escucharte.

martes, septiembre 03, 2013

Escribir


Hoy quise re-encontrarme con un par de diarios míos, los más viejos que tengo, los que sobrevivieron a varias "depuraciones" por que pensé que sería bueno conservarlos. 

El más viejo tiene registros del 2006, y sé que tenía más cosas escritas de antes pero un día decidí arrancar las hojas y botarlas a la basura, en el intento de borrar un pasado que duele y que me incomoda, tanto que prefiero no recordarlo. No fue el único diario que sufrió esa suerte: empecé a escribir desde los 14-15 años, pero no tengo nada de esos tiempos. Parece que desde entonces tenía esa necesidad de huir del pasado.

Pero ese del 2006 ha sobrevivido. En realidad no tiene mucho de ese año, pero sí lo suficiente para recordar y reconocerme. No soy la misma, como bien lo indican los textos del año 2008 y 2009 que abarcan más de la mitad de ese cuaderno. Ese diario es el de la transición, el cambio, el "antes-después"; por eso lo conservo, porque resguarda lo último de la vida anterior y lo primero de la nueva.

De ahí en adelante, he tenido una práctica más o menos regular de escribir diarios (aunque no siempre escribo "a diario"). Y cada vez que vuelvo a esos registros, que me ayudan a recordar y re-interpretar lo que he vivido, me llevo sorpresas: ¿en serio pensaba yo eso? ¿a poco desde entonces tengo esas preguntas-miedos-inquietudes? ¡mira, Dios respondió en esta área! ¡mira, sigo sin arreglar ese conflicto! 

Y entonces, reconozco la importancia de seguir escribiendo, de registrar lo que pienso y reflexiono, lo que siento y me pregunto. Grabar con tinta lo que voy haciendo y lo que Dios va haciendo conmigo y a través de otros. Guardar lo que se pueda de la vida en un cuaderno, porque después de un tiempo yo misma lo olvidaré y necesitaré recordar quién fui.

Escribir para después interpretar y re-interpretar a la luz de la gracia: mirar atrás y reconocer que Él es el Dios de la Historia y de mi historia, que nada se le escapa porque todo lo que ocurre termina aportando al gran plan divino. En fin, escribir para alabarle por su eterna fidelidad y su incomparable misericordia.

Seguiré escribiendo, y haré un esfuerzo por seguir haciéndolo.