domingo, julio 08, 2012

En medio del desierto


Señor, sabes por dónde estoy caminando. Conoces mi mente y mi corazón, no te sería extraño escuchar de mi boca que me siento "rara"; la única imagen que se me viene a la cabeza es la de una esponja en medio del desierto.

Sí, esa soy yo: una esponja, que ante el panorama tan desolador, seco y solitario busca ya no llevar, sino conservar un poco de agua, cómo sea; pero simplemente no se puede. El sol abrasador, quemante, que penetra hasta lo más profundo no permite que se conserve ni una sola gotita. ¡Y ni para dónde moverse! Porque todo se ve igual, todo se ve solo, todo se ve muerto...

Y ya me cansé, Señor, de intentar. Ya me cansé de dar lo que no puedo dar. Ya he llorado, ya me he desesperado... y ahora preferí quedarme quieta ¡porque simplemente no puedo hacer nada! Esa soy yo, una simple esponja seca que no puede permanecer húmeda y fresca. Por eso mejor me he sentado, y estoy esperando...

¿Esperando qué? ¡Esperando que me enseñes cómo harás algo bueno de todo esto! Por qué tú eres el Señor, tú eres el Dios del Universo, el Dios de la Historia... ¡por qué tú eres Dios! ¡por qué tú eres MI Dios y MI Señor!

¿Por qué debería esperar? Porque lo he visto antes, porque he mirado fotos y leído textos que dicen que en el desierto sí puede existir vida, que en los desiertos brotan y crecen las más raras y hermosas flores, que en el desierto siempre se esconde agua... ¡por qué Tú harás algo en mí aunque yo sólo vea arena y sienta que me quema el sol!

Señor, ayuda a mi incredulidad; no permitas que decaiga mi fe... Ayuda a los ojos de mi corazón a mirar más allá de mi sufrimiento, a mantener la convicción de que algo estás haciendo en este desierto y que me llevará a mirarlo diferente.

Gracias, gracias Señor, porque me das la convicción de que estás caminando conmigo en medio del desierto, aunque no alcanzo a ver tus pisadas. Gracias porque Tú has prometido que estás y estarás conmigo todos los días, hasta el fin del mundo... esa bendita promesa que dobló mi corazón para seguirte en esta vida.

Y aunque no veo ni comprendo, te agradezco por este desierto, porque estoy convencida que algún día miraré atrás y veré tus pisadas junto a las mías, y veré las flores y el agua que ahora no veo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario