viernes, septiembre 27, 2013

Tengo poca fe ante el futuro, Señor

Mantener la fe ya no es una cuestión de obediencia: ¡es una cuestión de vida o muerte!

Desde hace semanas siento que traigo la fe arrastrando por el piso. No es fácil creer que todo irá bien cuando ves que el mundo se resquebraja pedazo a pedazo, cuando escuchas a diario que la perversión y la corrupción se multiplican, que se extienden cuál levadura en una masa para hacer pan, causando que la misma se infle cada vez más y más y más… ¡uno no sabe cuánto tiempo se necesitará para que estalle!

Me cuesta trabajo mirar el porvenir propio, es decir, mi futuro como persona con serenidad y confianza. Perdóname Señor, sé que estoy dudando. Las circunstancias me hacen dudar, me hacen sentir incertidumbre, temor, miedo. ¿Cómo sentir y creer y pensar que en cinco años yo tendré seguridad cuando mis gobernantes se han dedicado a formular y aprobar reformas que harán la vida más cara? ¿cómo imaginar y visualizar un retiro o jubilación cuando ya no existe la antigüedad ni las prestaciones ni la seguridad social? ¿cómo creer que soy sujeta de derechos cuando a lo largo de tres décadas se ha ido arrebatando y pisoteando cualquier derecho básico?

Sí, sé que en el fondo no tengo derecho a nada. No merezco nada. Y no es hacerme víctima ni menospreciar la vida, no es ser mediocre o tener baja autoestima. Ante ti yo nunca he tenido derecho a nada. Sin embargo, tu gracia ha bastado para tener alimento en mi casa, vestido que me cubra del frío, un techo dónde habitar, médico y medicamentos cuando he enfermado, apoyo emocional cuando me he sentido frágil y vulnerable. Así es, nunca ha faltado nada, siempre se ha tenido lo necesario y lo suficiente. No más, no menos.

Pero Señor, ¡no deja de preocuparme cómo me afectará todo esto! Sí, sé que mi fe está siendo bastante pequeña, que en este momento no podría mover montañas; pero creo que por muy mínima que sea, es suficiente para que yo me acerque a ti con sinceridad y transparencia, para decirte lo inconforme que estoy, lo incapaz que soy de enfrentar lo porvenir con la frente en alto y entereza.

Dios, me preocupa ese asunto de construir un hogar. Ya sabes, buscar una casa, acondicionarla con lo necesario (claro, la TV ya no es necesaria); pagar servicios, alimentos, vestido para dos… pero ¿y si llegan los hijos? ¿cómo podré darles todo eso, más educación, recreación, salud…? Digo, sólo pensar en conseguir una casa/departamento se volverá difícil con un 16% extra de impuesto, y con salarios que sólo dan para llorar. 

Señor, a nuestra generación nos vendieron la idea de que teniendo una educación superior la vida sería más llevadera. Y no sé si nos mintieron o quisieron jugar perversamente con nuestros sueños, pero en estos tiempos los estudios universitarios ya no son garantía de nada. Los años invertidos  no abonan tanto para tener una vida no digo de lujos, sino digna.

Señor, ¿en quién o en qué puedo confiar mi vida futura? ¿En los gobernantes? Han demostrado ser corruptos (quizá no todos, pero sí una mayoría), con poco interés genuino en el bienestar de los ciudadanos y las personas; lamentablemente, no buscan cumplir tu encargo de hacer justicia y gobernar con equidad. ¿En los empresarios? Muchos sólo buscan sus propias ganancias, no importando lo que se deba hacer, como oprimir y esclavizar al trabajador. ¿En la sociedad civil? Aunque levantan sus voces para exigir, veo mucho odio y rencor, hartazgo… no dudo que incluso ahí se muevan intereses egoístas y personales. ¿En los académicos? Bueno, algunos también se han enriquecido injustamente, y no olvidemos la vanagloria que inunda a muchos. ¿En la iglesia? Me entristece profundamente su nivel de indiferencia y enajenación de la realidad; hablan de ti pero parece que no te conocen; hablan de la Biblia pero como un libro bonito para tener adornando una repisa. ¿En mis propios esfuerzos? No. ¡Justo ahora estoy hundida en mis propias preguntas! Mi vida en mis manos corre mucho peligro.

Entonces, Dios, ¿a quién puedo confiar mi vida futura? Sí, la respuesta yo la sé, pero no quiero decirla por decirla, no quiero usarla como un cliché o una frase motivacional. Señor, quiero caminar ese hecho: yo puedo confiarte mi vida entera, presente y futura.

Quiero caminarlo, aprender a vivirlo, aprender a lucharlo incluso. ¡Porque es una lucha! Tener un panorama tan desalentador, tan desesperanzador, y mantener prendida la flamita de la esperanza es algo por lo que se lucha a diario. 

Señor, te digo que no veo nada seguro, nada certero. Sólo una cosa: la Vida Eterna, es decir, conocerte a ti, el único Dios verdadero y a tu Hijo Jesucristo a quién tú enviaste. ¡Y eso tampoco es algo que vea con mis ojos! Pero lo creo.

¿Ves? Mi fe es bastante insignificante, como una semilla de mostaza, como una pequeña moneda echada en el arca porque es todo lo que tengo. ¡No puedo ofrecerte más! Sólo mi pequeña fe y mis enormes preguntas y apabullantes miedos, porque eso es todo lo que tengo.

Ayuda a mi incredulidad. Quiero creer, quiero confiar en ti a pesar de todo lo horrendo que veo a mi alrededor. Pero no puedo hacerlo por mí misma, soy incapaz, estoy deshabilitada. Pero tú eres Dios, y sé que me oyes.

Gracias por escucharme. Ayúdame a escucharte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario