No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:12-14.
Ante la confusión y la culpa, Cristo Jesús -mi Señor- me muestra que lo que antes ocurrió en mi vida, ya no me condena. Lo que hice, pensé, dije y sentí ha sido redimido por completo. No más cargar con esa enorme lápida, no más aceptar los dedos señalándome, no más aferrarme a un pasado doloroso. Ahora, la Gracia de la Cruz, la Vida Plena en Él.
Ya nada me condena. Ya no me condeno. Soy Verdaderamente Libre.
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