Tú eres mi refugio, lo has sido de generación en generación.
Y permaneces, desde la Eternidad has permanecido, y por la Eternidad permanecerás.
Nada te es ajeno, y nada ignoras, ni siquiera mis pecados más ocultos.
A ti no te puedo engañar y tampoco te puedo sorprender, porque Tú eres Dios.
No te sorprende mi pecado, pero tampoco te agrada; Tú eres justo y santo.
Pero también eres amoroso y por eso puedo suplicar misericordia...
¡Compadécete de mí, Señor!
Sea tu gracia sobre mí, porque es lo único que tengo y que me hace bien.
Confirma tu obra en mi vida, confirma tu llamado a mi corazón, confirma el trabajo de mis manos para que Tú seas glorificado.
Amén.
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