Ahí están dos mujeres de quienes he heredado no sólo el apellido:
también las anécdotas, los consejos, ese afán por tener todo en orden,
lo sobreprotectora y un poquito del carácter.
De la primera especialmente he recibido como herencia lo emocional,
lo bailadora y esa peculiar inquietud por ayudar.
De la segunda heredo lo meticulosa, la disciplina, lo juguetona y la risa a carcajadas.
Las amo y las admiro.
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