jueves, octubre 01, 2009

De historia e historias...

Ayer, en mi viaje por el metro, iba pensando que quería escribir algo, pero no tenía nada. Y es absurdo: estoy en una ciudad en la que a diario suceden cosas para contar, desde un robo en el pasillo del paradero de Pantitlán (y por eso ya me da "cosa" pasar por ahí), hasta la historia de una colonia.

Si la práctica regional parecía tediosa y aburrida, ahora estamos entrando a lo mero bueno. Uno de los proyectos que estamos echando a andar tiene que ver con la recuperación de la historia de la colonia Pantitlán, y esta semana descubrimos que hay un pasado inmenso como el mar que las personas disfrutan platicar; me atrevería a decir que tienen la necesidad de contarlo.

En realidad, es demasiado decir que nosotras vamos a recuperar la historia... Hasta dudo de la validez de la expresión (nota: consultar a los amigos historiadores). El punto es que sólo somos cuatro almas estudiantiles, y la Panti... ¡es la Panti!

Ya hay trabajo previo. Hay un grupo de adultos mayores que se han dedicado a recopilar fotos, documentos, palabras, anécdotas, recuerdos y experiencias; comparten casi una vida completa en aquel lugar donde hace medio siglo había zanjas con peces, tortugas y ranas; donde los terrenos eran de 27 de frente por 90 de fondo, y donde el gobierno pensó en fundar una colonia agrícola sobre suelos salitrosos (desde entonces se toman decisiones ridículas).

Este grupo se llama "La Bella Panti". El nombre tiene su razón de ser: la colonia, dicen, era bonita; ahora, las amistades han perdurado y por eso sigue siendo bella. Todo esto me habla del gran amor que tienen a ese lugar. SU lugar que, aunque ahora padece la inseguridad, el torpe tránsito del transporte público y la invasión de las unidades habitacionales, lo siguen amando porque su vida está ahí.

Los fundadores sobrepasan ya los 70 años, y otros simplemente ya no están. Pero la memoria no los traiciona, y todavía pueden ver aquellos carrizos y terrenos baldíos; todavía escuchan la música de las orquestas en el Salón de Actos de la calle 4, donde ahora hay un mercado; aún pueden distinguir a lo lejos el camión que salía del Olímpico al Centro de la ciudad, el lejano centro donde compraban agua o carne, hasta que vinieron las pipas y se abrieron negocios.

Sólo han sido algunas pocas charlas con personas que abren las puertas de su casa y de su corazón, para que podamos ver esos nudos bien amarrados, que van tejiendo, sin querer o queriendo, una historia colectiva. Pero aún siendo pocas las pláticas, hacen que me cuestione "Ada, ¿conoces tu colonia y su historia?".

Tengo casi 22 años viviendo en la misma colonia, pero no sé qué fue antes. Me he enterado de unas cuantas cosas: era parte del lago de Texcoco, y algunas personas pescaban; en algún tiempo era parte de la zona de Aviación Militar o algo parecido... Cosas vagas, que no me bastan para responder mi pregunta.

Mamá me ha dicho que aún hay personas que pueden contar cosas, pero que es mejor apresurarse, pues se pueden adelantar. Ana ya me ha recomendado visitar un par de bibliotecas, que también es útil.

Y no desdeño los libros, pues son fabulosos, pero, la verdad, prefiero escuchar a la gente y robarme un poco de esa vida que tuvieron, como un intento de adueñarme de emociones ajenas, para apropiarme de esa historia e ir construyendo la mía.

3 comentarios:

  1. Que lindo intento por entenderse en el devenir del tiempo y en un espacio específico que ha cambiado y no deja de hacerlo. Espero sea un buen esfuerzo!

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  2. aaaaaaaaaaaa la historia de panti es taaan hermosaa;
    siii io también me muero de ganas de conocer la historia
    de mi colonia; bueno de mis dos colonias (tu sabes por lo del cambio de casa)....

    que padre que esto de la práctica nos enseñe tanto, y nos haga querer saber más, no solo de las colonias.... sino de la vida =D

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  3. ¿Ya consultaste con el Dr. Arroyo (calle 4)?

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