domingo, enero 01, 2012

Descansando a su manera

En estas vacaciones he tenido tiempo para hacer cosas "del hogar", para dormir mucho y para leer. Ha sido bueno, tanto que ya tengo ganas de volver al trabajo.

Una lectura que elegí para esta semana fue un librillo de Douglas Stewart titulado Te daré descanso. Una bella joya para disfrutar y usar en momentos de pausa, voluntarios e involuntarios.

Me encantó que el primer capítulo hace una breve caracterización del trabajo del líder: impredecible, sin horario fijo -lo que requiere flexibilidad en los tiempos-; parece que no tiene fin, lo llevamos a cuestas, y algo clave: está orientado hacia las personas. Estos elementos nos generan estrés y frustración.

Al cerrar el capítulo me dejó en suspenso, porque dice que Jesús nos promete dar alivio profundo, interno y pleno (Mateo 11:28, 29). ¿A qué se refiere con eso? - me pregunté, y seguí leyendo.

El descanso profundo está ligado a la presencia de Dios en nuestras vidas, es decir, es más que sólo dormir y no hacer nada. Es un descanso que tenemos siempre disponible, cuya fuente es Dios mismo.

¿Suena muy abstracto, no? Hasta este punto, aún no me quedaba claro. Seguí leyendo.
Nuestra relación con Jesús ¿nos trae alivio o es, más bien, es una pesada carga que llevamos? 
¡Ah, caray! La pregunta retumbó en mi interior. El Espíritu ya empezaba a tocar las fibras sensibles, y yo tenía de dos: resistirme o seguirle. Opté por lo segundo.
El descanso es algo que Jesús hace en y por nosotros... El énfasis está en su obra - no en la nuestra... para darnos descanso, Jesús nos revelará al Padre (Mateo 11:27).
Hay tres formas en las cuales Jesús nos da descanso:

1. Jesús quita de nuestros hombres el yugo de la ley. 

 Cuando estamos bajo este yugo, somos evaluados según nuestros resultados. Pero la realidad es que a Dios le interesa tener una relación de amor con nosotros; y aún en esa relación la iniciativa es de él: "Cuando se nos enseña que debemos cuidar y mantener nuestra relación con Dios para que él no se aleje de nosotros, tarde o temprano dicha relación se convertirá en una carga". Jesús nos muestra que Dios espera por nosotros a que respondamos, Él siempre está con nosotros. 

2. Jesús llega hasta la fuente profunda de nuestro agotamiento.

La preocupación por nuestro desempeño y nuestro éxito. La imagen que tenemos de nosotros. Eso nos causa ansiedad y en consecuencia, agotamiento. Pero "sólo Dios conoce lo que espera de nosotros. Su patrón para medir es el de su gracia (...) Cuando el amor del Padre llena nuestra vida, la existencia entera se reorienta alrededor de un nuevo eje: conocer al Padre y disfrutar de la relación con él". Lo que importa y es más valioso es nuestra relación con Dios, no los éxitos o fracasos. 

3. Jesús quita de nuestras almas febriles el yugo del activismo.

Si no estamos haciendo "algo" entonces no somos "buenos" hijos de Dios. Error. Jesús tuvo mucha actividad pero nunca lo vemos corriendo como desenfrenado. "Trasladamos las mismas actitudes que tenemos en el trabajo hacia nuestra relación con el Señor. En lugar de abrirnos al Espíritu Santo para que él guíe nuestra búsqueda y nos revele más del Padre, nos imaginamos que debemos llenar ese tiempo con actividades" y entonces no paramos de orar sin escuchar, o nos cerramos a tener el tiempo devocional demasiado estructurado.

Este punto en especial me confrontó. Tuve que cuestionar mi forma de tener un devocional. ¡La iniciativa es de Él!

Al terminar, el autor menciona que el conocimiento del Padre que nos ama y busca tener intimidad con nosotros además de darnos descanso y renovación en nuestro momentos a solas con Él, nos permitirá estar más abiertos a su presencia y a su voz en cada área de la vida. ¡Cambia toda nuestra vida!

Esta lectura me llevó a evaluar y revalorar mi relación con el Señor. No es una agenda acabada, debo seguir aprendiendo de Jesús. Pero me da nuevos ánimos al comenzar este año. 

Ficha bibliográfica:
Stewart, Douglas (2003). Te daré descanso. Buenos Aires: Certeza Argentina. 57 p.

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