martes, febrero 19, 2013

Dios me persigue


¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu!
    ¡Jamás podría huir de tu presencia!
Si subo al cielo, allí estás tú;
    si desciendo a la tumba, allí estás tú.
Si cabalgo sobre las alas de la mañana,
    si habito junto a los océanos más lejanos,
aun allí me guiará tu mano
    y me sostendrá tu fuerza.
Salmo 139.7-10 (NTV)

Créanme: no estoy paranoica. Pero he llegado a la conclusión de que Dios me está persiguiendo. ¿Suena loco? Sí, quizá sí, pero algo así pensé y sentí hoy mientras viajaba en el metro.

Desde hace unas pocas semanas me he sorprendido al encontrar ciertas "coincidencias" en los temas que platico con las personas, en mis lecturas y en los recuerdos que evocó. Por ejemplo, mientras estudiaba con una amiga una parte de Colosenses el tema de la reconciliación surgió, cuando el domingo anterior en la clase de la iglesia revisamos el tema de ser pacíficos; hacer la paz también tiene que ver con reconciliarnos y llevar a otros a la reconciliación.

Otro ejemplo: hoy leí en el metro las bienaventuranzas de Mateo 5. Cuando cambié de línea, coincidí con un vagonero que estaba vendiendo un disco que con tenía la Biblia en audio... ¡y el pasaje que puso en ese momento fueron las bienaventuranzas!

Uno más: en este proceso de reflexionar algunas decisiones importantes, mi mamá me dijo el domingo: "déjate guiar por Dios"; y ayer, otra amiga me dijo: "déjate sorprender por Dios". Ambas frases me hicieron recordar esa noche del 2009 en que le pregunté a un hermano mayor acerca de mi llamado a ser asesora: "déjate llevar por Dios". ¡Qué miedo!

Pareciera que cada tópico, cada charla, cada cosa que leo embona, encaja y conforma un todo que todavía no sé que es. Hoy, con el suceso del metro, simplemente le dije a Dios: ¿acaso me estás persiguiendo? ¿por qué lo estás haciendo? ¿qué es lo que quieres?

Y pienso que tal vez me está ayudando a recordar que siempre está conmigo, que Él está presente siempre. Y justo acabo de leer el comentario de John Stott sobre el pasaje de Hechos 6.8-7.60, que narra el martirio de Esteban: este punto del libro de Hechos marca el inicio de la misión mundial, y el discurso de este discípulo indica de manera muy fuerte que la presencia de Dios no se limita a un templo, más bien siempre se ha estado moviendo, ¡es un Dios peregrino que invita a su pueblo a serlo también!

¿Ven? Algo raro está haciendo Dios conmigo. No estoy paranoica, sólo percibo que quiere decirme algo, y posiblemente es tan importante, que está permitiendo que yo viva mi proceso de aprender a escucharlo con más atención, quizá para tener más certeza de se trata de Él y no de mi paranoia.


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