Ayer por la noche, cerraba mi día pensando en el silencio, concretamente, mis silencios. Pensaba en que a veces mi forma de protestar (y de muchos otros, seguramente) es callando; otras ocasiones me quedo en silencio por egoísmo, porque me guardo lo que traigo encima, aunque no sean cosas buenas. Y en muchas otras, debo guardar silencio para escuchar y obedecer a Dios.
Pero hoy por la mañana tuve que guardar silencio para observar la viga en mi ojo. Mis silencios también pueden resultar imprudentes y negligentes, eso concluí hoy estando en Coyo. Y pueden serlo porque al callar y sólo hablar conmigo misma, me cierro a lo que hay fuera, a lo que me pueden decir y enseñar los demás. Corro el riesgo de envolverme en orgullo y soberbia, porque pienso sólo en lo que yo creo que está bien.
Señor, aún hay tantas cosas que cambiar en mí...
Pero hoy por la mañana tuve que guardar silencio para observar la viga en mi ojo. Mis silencios también pueden resultar imprudentes y negligentes, eso concluí hoy estando en Coyo. Y pueden serlo porque al callar y sólo hablar conmigo misma, me cierro a lo que hay fuera, a lo que me pueden decir y enseñar los demás. Corro el riesgo de envolverme en orgullo y soberbia, porque pienso sólo en lo que yo creo que está bien.
Señor, aún hay tantas cosas que cambiar en mí...
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