Sólo paso a dejar "huella y señal" de aquello en lo que me estoy metiendo:
- ¡Haré drama!
Ok, ya sé que luego hago mis "panchos", pero esto sí es serio. En marzo tendremos la Convención misionera estudiantil VIVE 2013, y estudiaremos la carta de Pablo a los colosenses. Y por ello, se presentará la obra "Autorretrato" del grupo teatral No a nosotros. ¿Y qué creen? ¡Que voy a ser parte de este proyecto!
Esto representa todo un desafío memorístico: soy muy, pero muy perezosa para aprenderme las cosas de memoria, así que me toca hacer un esfuerzo. Me entusiasma un buen la idea, ¡creo que aprenderé mucho!
- Seré líder en un grupo de más de 50 personas.
En ese mismo evento, estudiaremos en grupos la carta con un método que se llama manuscrito. Me invitaron a colaborar, lo que implica tener un trabajo previo y ayudar a otros a profundizar en el texto bíblico. Ya vi quién será mi co-líder y será genial trabajar con una amiga y hermana mayor en el ministerio. También será un reto estar frente a un grupo numeroso.
- ¡De nuevo soy alumna en la escuela dominical!
Después de un par de años de preparar y dar clases, ahora regreso al pupitre con un curso que se llama "La mente de Cristo", basado en Filipenses 2.5-11. Requiere leer una unidad por día (de lunes a viernes) y memorizar un versículo a la semana. Como podemos notar, también me obliga a ejercitar mis neuronas, pero lo más interesante es que el Señor me está llevando por un proceso de auto-evaluación. Considero que no es casualidad, dado mi momento de vida y las decisiones que hay que tomar.
- ¡Estoy a punto de titularme!
En dos días pasaré por los oficios-citatorios que debo entregar a mi jurado revisor; eso significa que la fecha de examen profesional está cada día más cerca. ¡Ya casi, ya casi se termina este peregrinar! Por eso estoy hecha un manojo de emociones, entre la alegría, el miedo, los nervios, la nostalgia... Simplemente es increíble observar que ya, ya estoy a punto de ser licenciada.
Hay otros proyectos dándome vuelta en la cabeza, pero "vamos con calma que llevamos prisa" porque "a cada día le basta su propio afán". El año tiene 365 días, 52 semanas y 12 meses. Apenas se terminó uno. No hay necesidad de correr, pero sí de dedicar el tiempo necesario para avanzar en cada cosa. ¡Ahí la llevo!
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