miércoles, enero 12, 2011

Para "la Naye"

Ayer visité a una amiga de la universidad. Nos conocimos en el grupo de práctica regional, en el sexto semestre de la carrera. Ambas nos convertimos por las mismas fechas al Señor, pero en diferentes lugares y contextos. Aún recuerdo el día en que supimos que eramos hermanas en la fe, ella me dio la mano diciendo "mucho gusto hermana!". Y confieso con vergüenza que jamás pensé que Dios me estaría presentando a quién se ha convertido en una de mis mejores amigas de mi vida.

Y aprovecharé para confesar que gracias a esa amistad es que he aprendido la humildad, la sencillez de la fe y el amor por servir a otros. Muchas veces yo me enorgullecía, pensaba que mi razón (más bien, cerrazón) siempre estaba por encima... Y ella fue quién me confrontó dos veces, de frente; me dolió y me incomodó, pero me hizo meditar en por qué lo estaba haciendo. Agradezco mucho esas palabras.

Ha sido un reto y todo un desafío ser su amiga: ambas somos diferentes totalmente. Pero creo que hemos encontrado la manera de amarnos y soportarnos, con fortalezas y defectos. Estoy segura que la he desesperado infinidad de veces, pero sigue ahí escuchando lo mismo una y otra vez; sigue ahí, orando por mí.

Al escucharla ayer sobre lo que ha hecho Dios en su vida y en su corazón, me conmovió ver lo mucho que ha crecido, y doy gracias a Dios por el privilegio de ser testigo de ello. Desde hace dos años hemos caminado juntas, hemos crecido juntas, y creo que hasta hemos luchado juntas. Hemos platicado de chicos, de ropa, de maquillaje... de la fe, de las pruebas, de las dudas, del dolor, del miedo... de nuestra esperanza en Jesús, de su amor por nosotras.

Escribo estas líneas con lágrimas en los ojos, porque en serio me emociono al pensar en todo esto. 

Ahora, juntas egresamos de la universidad; y anhelo que nos sigamos acompañando, que gritemos de emoción cuando surja algún anillo, que lloremos en el hombro de la otra cuando haya aflicción, que seamos tías "postizas" de nuestros hijos... que nos animemos en nuestros ministerios, que nos exhortemos a seguir los pasos del Maestro, que oremos por nuestras familias, que alabemos a Dios con nuestra vida, y que tengamos la certeza de que nos veremos allá en el Reino.

¡Gracias amiga, muchas gracias por tu amor, tu servicio y tu ejemplo a mi vida!


No hay comentarios:

Publicar un comentario