jueves, marzo 15, 2012

Luchando por depender

Debo escribirlo: estoy saliendo de un feo invierno espiritual. Desde mediados de diciembre y hasta hace unas tres semanas, viví un tiempo complejo que se caracterizó por la sensación de "distancia" con mi Padre. A veces, sin ganas de orar y leer la Biblia, totalmente apática. Algo así como un zombie: moviéndome por inercia.

Entiendo que estas cosas pasan en la vida crisiana, no todo es color de rosa, miel sobre hojuelas; no obstante, por instantes se asoma el rostro de la culpa: "¿cómo es que dices ser asesora y andas con estas cosas? Bah!". Intelectualmente podía responder "es por gracia", pero no siempre me convencía plenamente.

¿Cómo es que seguí? Creo que, por su misericordia, me envío varios salvavidas; por ejemplo, durante semana y media me dediqué a estudiar una materia del Moore College, y fue muy bueno, me animó lo suficiente para mantenerme caminando un tiempo. Otro flotador fue el inicio de mi proceso de titulación; así como el retiro de líderes a inicio del semestre y el viaje a Chihuahua. Ahí iba yo, "flotando". 

Si bien este invierno fue particularmente difícil -influyó el aniversario luctuoso de mi papá a principios de enero-, he observado que no es la primera vez que me pasa. La estación invernal afecta mi estado anímico: me pongo algo triste y melancólica, y duermo mucho. Parece que mi temperamento funciona mejor cuando hay sol, luz y un cielo despejado. Estoy considerando pensar seriamente un "plan de contingencia", para aminorar la situación y me afecte menos.

Pero aún todo esto me lleva a alabarle y agradecerle humildemente, porque apesar de mi mal humor "espiritual" Él se mantuvo ahí, cerca, atento, cuidando y sosteniendo. No significa que sea una niña mimada, más bien que ha tenido mucha paciencia y me lleva a comprender aún mejor mi propia necesidad de Él, de su amor y su perdón.

Una vez que empecé a salir de esto, ya estaba más dispuesta a ser desafiada y confrontada por Él. La pregunta de esta semana fue: Ada, ¿eres confiable? No, ¡por supuesto que no lo soy! Y menos con mi corto caminar en la fe; entonces, ¿qué hacer? Depender. Y no sólo yo debo depender, también me corresponde llevar a los estudiantes a depender de Cristo, no de mí; a obedecerlo a Él, no a mí; a seguirlo a Él, no a mí.

Después de todo Él me sostuvo durante mi invierno, me cubrió con su gracia, no despegó los ojos de mi camino, no permitió que me enfriara demasiado... ¿por qué no confiaría en Él ahora que se acerca la primavera?

2 comentarios:

  1. ......O sea, que no me sucede sólo a mi, de hecho, los inviernos traen fisiológicamente estos estados de hibernación "espiritual", y en una ocasión me mostró el Señor, como a Juan el bautista, que desde el vientre de su madre, se había preparado para ser quien diera anuncio del su primo-hermano Jesus,como el Mesías lo anunció, "el es el cordero que quita el pecado del mundo".. y más detalles que sabrás, pero ya en la cárcel (hibernación¿?) mandó a sus discípulos que se le preguntara a Jesús si el era el que tenían que esperar.. Jesús dijo. “Id y decidle a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan".. El Reino se había acercado, el Señor me mostró que es parte de esta vida "peregrina" que sucedan estas cosas pero hagamos lo mismo que Juan.. Pregúntale a Jesús y el te responderá. Me bendijo mucho tu escrito, me recordó y te comparto mis letras... bendiciones, shalom!

    ResponderEliminar
  2. Ada que humilde que reconozcas esto que a todos nos cuesta y mas como "asesoras".
    Te animo a que sigas dependiendo y aferrandote de Él, con todas tus fuerzas...y es chistoso porque el mismo al que te aferras es el mismo que te da las fuerzas!!!

    Vente en invierno a Mérida,...aqui nuestro invierno es de 16° jajaja.

    Animo colega de camino.

    ResponderEliminar