sábado, diciembre 15, 2012

Soy libre para ser Ada

Por fin rompí mi silencio interior. Semanas atrás había entrado en un mutismo y retraimiento que ni yo misma comprendía. Simplemente no podía tomar mi libreta rústica para mantener mi correspondencia con Dios. Me desesperé conmigo misma, me sentí culpable. ¿Por qué rayos no podía abrirme plenamente y decir lo que sentía, pensaba, soñaba? No lo sé, pero tuve que ser muy paciente. 

Hoy lo logré. Pude tomar la pluma y sacar parte de lo que traigo cargando. Lo lindo fue ser bien sincera con Él, decirle que no me nacía hacerlo pero que sé y estoy segura de que Él sigue conmigo, como siempre ha sido, que me sigue amando a pesar de mis propios temores, culpas, hartazgos y demás. 

Fue una conversación muy franca. Y pienso que un detonante clave fue que, ayer por la noche, estuve más consciente de que en este momento de mi vida me siento libre de ser quien soy; aunque sigo cargando con algunas inseguridades y complejos, ya no tengo miedo de ser Ada, con todo lo que eso implica, es decir, con fallas y aciertos. Ya no tengo miedo porque sé que soy amada y no hay nada en este mundo ni en el que viene que pueda quitarme ese amor.

No tengo que matarme intentando ser alguien que simplemente no soy. No hay necesidad de compararme con nadie, ni de mortificarme porque no cumplo los estándares o las expectativas que otros ponen en mí. Él es el único que puede pedirme un cambio y llevarlo a cabo, y sé que lo hace con ternura, de tal forma que es irresistible trabajar en conjunto con Él.

Soy libre de ser quién soy frente a Él, porque además ¡Él me conoce muy bien! No le sorprende ni le asusta mi personalidad, mi carácter o mis sueños, porque sabe quién soy. Entonces, ¿por qué tratar de ocultárselo? Si antes de que yo supiera de Él quiso traerme hacia sí, sabiendo lo que estaba haciendo con mi vida, ¿por qué tratar de disimular ahora? No tiene sentido, es absurdo e inútil.

Y por eso pude romper mi silencio y platicar sobre lo que estoy sintiendo y temiendo; pude pedirle ayuda, cuidado y fortaleza. Pude sentir su abrazo tierno, diciendo "Yo sé, y te amo", y responder con  una sonrisa y un suspiro de gratitud.

No hay más. Él es el amor de mi vida, pese a mí misma.


Y mientras escribía este post, estuve escuchando esta canción:


No hay comentarios:

Publicar un comentario