domingo, julio 28, 2013

Cerrando las vacaciones ¡con broche de oro!

Hoy se me acaban las vacaciones. Tres semanas de dormir mucho, estar en casa, salir a dar la vuelta, leer, pensar, escribir un poquito... Y este fin de semana cerrar con broche de oro al re-encontrarme con algunos amigos, aquellos con los que me crucé siendo estudiante de universidad y en el contexto de la misión estudiantil.

Lo disfruté mucho. Tanto que parece que descansé de la última semana de vacaciones. Y todo por recordar los tiempos de campamentos, de salidas post-campa, de las desveladas y demás que ya no son tan novedosas o no aguantamos igual. Es cuando descubres que el tiempo pasa y que ya estamos grandes, así lo dijo el historiador fronterizo, que ahora combina las clases en una secundaria con el medio tiempo de asesor.

Grandes, por decirlo de alguna forma. Al escuchar y observar al otro en sus luchas, desafíos, alegrías y frustraciones podemos mirarnos a nosotros mismos, y reconocer que estamos más o menos igual: la vida de ahora es de adultos, de responsabilidades, de decisiones que tendrán impacto en los próximos 5 o 10 años. No nos quejamos por la nueva etapa, lo aceptamos con gozo y gratitud; pero ser conscientes de ello es algo que nos deja un poco sorprendidos. 

Y en medio de esa sorpresa damos gracias a Dios por las amistades que perduran con el paso del tiempo y las etapas vitales, personas con quienes compartimos no sólo recuerdos sino la Vida, la Palabra, la Gracia... Vaya, seguimos caminando en comunidad y nos acompañamos a la distancia.

Fue un regalo verlos de nuevo. Una bocanada grande de oxígeno para recordar mejor que la gracia del Señor sostiene en cada momento de duda e incertidumbre. Creo que puedo regresar al trabajo ministerial con más calma y confianza. Gracias amigos. Gracias Dios.

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