sábado, abril 17, 2010

México lindo y querido...


Ayer fui con una buena amiga a ver la exposición fotográfica "México en tus sentidos", que se encuentra en el Zócalo capitalino, y me hizo pensar varias cosas.

En primer lugar, me pareció evidente que el uso de estas imágenes de personas, paisajes y demás va hacia "fomentar" un supuesto nacionalismo, como parte de los festejos de los centenarios, y en un contexto de múltiples crisis (económica, social, política, ambiental, de valores, de seguridad... etc, etc) se hace necesario que la población sienta que vale la pena ser mexicano, aunque estés amolado. Sabemos que no es gratuita toda esta orquestación, que incluye los spots "tú eres México".

Y aunque hubo imágenes que me causaron ruido (como un indígena saludando a la bandera o una jarocha de piel y ojos claros), debo reconocer que sí tuve una reacción de cierto amor por mi país, porque recordé aquello que aprendí en mi época preparatoriana a través de mis clases de danza.

Mi país es bello, no tengo duda de eso. Desde su riqueza natural hasta la cultural, México tiene de todo un poco: desde un norte desértico, rudo y agreste, hasta selvas impresionantes y costas que muestran los mares profundos e inmensos. Sus danzas y sus bailes, resultado de todo un proceso sociohistórico y un mestizaje que dio como resultado una cultura muy particular.

Es bello, sí. Pero lamentablemente, tiene una profunda pobreza. No sólo es económica, pienso también en la pobreza que se relaciona con la política (en el gobierno y en la ciudadanía); la corrupción que lacera cada esfera de la vida nacional y cotidiana, y cuya práctica es común a todos (¿quién no ha ofrecido una "mordida" o ha sido cómplice de un acto corrupto?). Sufrimos de una pobreza que va más allá de las cifras macroeconómicas, y eso es más complejo.

¡Pero amo a mi país! Todo esto que es malo, más que hacerme sentir vergüenza, me duele. Observar esas fotos y no reconocer en ellas la verdadera realidad, me causó cierta indignación: ¿cómo quieren que me sienta si lo primero que veo al salir de la exposición es un indígena de Puebla pidiendo limosna? Por eso no estoy de acuerdo con el discurso dentrás de estas estrategias para fomentar un nacionalismo barato y superficial.

Este amor por mi México tiene una razón de ser. No creo en las casualidades ni en que por el sólo hecho de nacer en esta tierra me salió aprecio por ella; creo firmemente en que Dios quiso que naciera aquí y tuviera la nacionalidad mexicana por una razón. Este cariño por mi país es como un motor que me impulsa a desear compartir del Evangelio aquí, y acercar a mis conacionales al Dios Vivo.

De niña ya sentía algo así; pero ahora tiene un sentido mucho más amplio para mí estar en esta nación y, además, estudiar lo que estoy estudiando. Creo que todas estas herramientas me son proporcionadas para ponerlas al servicio del Señor, a través del servicio a otros.

Finalmente, además de todas estas ideas, me surgió la gran pregunta: ¿y qué hago con la danza? Algo responderá Dios en su momento; mientras tanto, hay mucho trabajo qué hacer.

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