sábado, abril 10, 2010

Un día de reencuentros

Hoy fue un sábado de reencuentros.

En medio de una agenda post-campa, que implica retomar la vida cotidiana, las desmañanadas, las tareas escolares y las del hogar, me tomé la libertad de hacer un espacio para volver a ver a mis amigas de la regional; tenía meses que no nos veíamos y no sabíamos de nosotras.

El tema obligado fue el amor y el desamor. No dejamos de comentar nuestros sueños, nuestras descalabradas y nuestros miedos; escuchamos a cada una y fuimos descubriendo que "nos proyectamos", lo cual es sólo una muestra de que somos mujeres jóvenes que compartimos el mismo anhelo de amar y ser amadas, así como algunos sentimientos que nos duelen o nos hacen suspirar.

Reconocimos que algunas hemos cambiado; de nuevo escuché que me veo y escucho distinta. Y de nuevo reconozco que Dios sigue transformando mi vida; pero nos seguimos viendo como amigas, continúamos en el proceso de conocernos y vernos como amigas.

Para la tarde me fue lanzada una pregunta que me ha intrigado: ¿qué es lo que tú quieres ahora? Y creo que no lo he pensado con detenimiento; me he centrado en todo menos en definir eso, me preocupo por lo que hago, por lo que otros han visto o escuchado... pero yo no tengo definido lo que quiero y lo que busco. Es algo serio, que conlleva a tomar una decisión que debo mantener firme.

Y casi por la noche, el reencuentro más importante: aquel con el Dios que pide compromisos y obediencia. Si desde el nacional yo decía "tal vez", ahora debo decir "sí, iré a Costa Rica". Yo no sentía seguridad, hasta había pensado en declinar; pero leer el primer capítulo de Josué fue determinante, Dios volvió a hablar a través de ese pasaje, tal como lo hizo en diciembre.

¿Cuál debería ser mi anhelo, sino es estar en comunión con Dios? Donde quiera que yo esté, Él estará conmigo, haga lo que haga, pase lo que pase. Y eso es lo más importante, más que mis propios deseos o planes. En lo que debo de estar enfocada es en Él y sólo en Él... aunque en ocasiones pareciera que padezco déficit de atención.

Estos reencuentros han sido un bello regalo. Me han ayudado a ubicarme nuevamente en mi realidad, y a recordar a dónde debo dirigirme. He visto mis debilidades a la luz de la Gracia, ya no con culpa, sino como una forma de reconocer que Dios sigue sosteniendo mis pasos, pese a mí misma y lo que hago-digo.

Gracias a Él por este día tan refrescante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario