lunes, agosto 30, 2010

Quieta... quieta...

Hoy me quedé quieta, muda, sentada, esperando.

Tuve que resistirme a tomar la iniciativa, calmar las ansias de leer primero, de hablar primero, de pensar primero... Y aunque intenté un par de veces dar el primer paso, no me sentía cómoda al hacerlo. Sabía que esta vez no funcionaría así.

Desde siempre esa es mi lucha, verdad? Desde antes que te conociera tenía esa extraña maña, como si las cosas dependieran de mi capacidad de tomar las riendas. Siempre intentando hacer las cosas por mí misma, buscando ser yo la que dirija el timón. Pero las cosas han cambiado. Tú me has cambiado.

Y esperaba algo de acción, quizá una escena con enseñanza, por lo menos un rayo inesperado que me sorprendiera... Pero no. Sólo querías que me quedara quieta. Nada más. Quieta, esperando, confiando. Admirando en quietud.

No recuerdo haber tenido un encuentro así contigo. Lo habitual son charlas, quejas, gratitudes, dudas... Pero esta vez era una cita para estar en silencio contigo. Qué bello.

Me llevaste a pensar algunas cosas, observar los trapos viejos que sigo cargando. Y opté por dártelos, porque a mí me estorban. 

Gracias por esta bella mañana de silencio y quietud. Gracias por mostrarme que no es necesario pronunciar palabra alguna para disfrutar de Tu Presencia. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario