jueves, noviembre 24, 2011

Pensando en "ellos"

Estoy por irme a dormir, y reconozco que estoy a punto del colapso por el cansancio, pero quiero escribir un poco.

Pienso que la vida está llena de contrastes; yo misma puedo ser un contraste: luz y sombra, Él y yo. Y de no ser por eso, no podría avanzar, crecer, madurar. ¿Cómo podría saber si me estoy acercando más a Él o si me estoy alejando? ¡Necesito un punto de comparación! 

Ahora estoy en medio de un contraste: mi cansancio físico y mental, que es inevitable porque mi cuerpo es frágil, y porque soy finita; frente al gozo de escucharlos y saludarlos, precisamente a ellos, los que están más lejos. Yo aquí, y ellos allá; pero Él con todos nosotros.

¡Es inevitable la sensación de tener el corazón dividido en dos! Y eso me hace sufrir: amo a quienes tengo cerca aquí, los miro, los escucho y anhelo que crezcan, que se desarrollen, que tengan sus raíces firmes en Cristo. Pero también tengo en el pecho el anhelo de estar allá, caminar de cerca con ellos, soñar juntos con lo que Dios ya está haciendo.

A veces imagino que así se sentía Pablo cuando pensaba en los efesios, en los colosenses, en los tesalonicenses: él estaba lejos, y les escribía para enseñarles, animarles y exhortarles. Les hablaba de cuántas gracias daba a Dios por ellos, por su fe, por su amor a Cristo y al evangelio, por su servicio a los santos; y cada vez que leo esas gratitudes libero un gran suspiro, porque también doy infinitas gracias a Dios por ellos.

¿Cómo es que los estoy amando así? Es la pregunta que me da vueltas desde hace un mes... ¿cómo puede ser posible? Sólo puedo reconocer que no proviene de mí; proviene de Dios mismo, que los ama profunda y plenamente.

Una noche más me iré a dormir, no sin antes mirar la fotografía en mi escritorio, recordarlos y pedir al Señor que siga guardando sus almas, que sigan madurando en la fe y que sigan creciendo en el conocimiento del amor de Cristo nuestro Señor.

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