miércoles, febrero 24, 2010

Escuchando la parábola de mi vida

Hoy recordé la escena de la mujer adúltera que es llevada a Jesús por los fariseos y escribas. Pensé en su sentir, en ese miedo que seguramente la invadía. Creo que ella sabía que era culpable, y que podría morir apedreada.

Y recordé que hace un tiempo yo sentí algo similar: la angustia y el miedo de saber que hubo una falta grave, que no era cualquier cosa, y que tendría un posible castigo.

Pero Jesús se muestra tranquilo, se toma un tiempo para escribir en la arena con el dedo. Hace una fuerte declaración, poniendo en evidencia el pecado de los acusadores, ¿quién podría arrojar la primera piedra?

"¿Ninguno te condenó?... Ni yo te condeno; vete, y no peques más".

¡Cambió la vida de la mujer! ¡Qué sorpresa escuchar esas palabras! El mismo Dios habló diciendo que podía ir en paz, que había una oportunidad, que no tenía que seguir haciendo lo mismo porque había un camino diferente.

¿Qué respuesta hay a todo esto? Sólo obedecerle, "vete, y no peques más".

Todavía cargo con el nudo en la garganta, con ese sentir de no saber qué hacer ahora, en este instante, porque me ha recordado lo que hizo en mi vida. Sólo sé que tengo ganas de llorar...

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