viernes, julio 02, 2010

¡Mis tenis otra vez son blancos! [Parte II]

Algo que disfruto de los días de limpieza es encontrar curiosidades y recuerditos. La novedad del día fue toparme con fotocopias que datan de mi último periodo de prepa, allá por el año 2004. 

No pude evitar sonreir después de leer mi examen escrito de sociología sobre "Rebelión en la granja", o descubrir el documento base del Plan Puebla Panamá que nunca leí para la clase del profe Quintana; ni hablar de las hojas de carpeta con algunas poesías de la clase de literatura hispanoamericana (seguramente la que más disfruté ese año).

Sentí cierta nostalgia al reconocer el folleto de bienvenida, que recibí al entrar a la carrera.  Incluía el mapa curricular de los nueve semestres; aún recuerdo que me preguntaba cómo sería cursar todas esas materias, cada una sonaba tan interesante como la otra... ¡cuánto tiempo iba a tardar en acabar! Y ahora, me pregunto en qué momento el tiempo tomó el avión para irse volando.

Me dio gusto observar que mi caligrafía mantiene muchos rasgos: fue en la prepa cuando varios aspectos de mi personalidad se definieron; en esa etapa las aulas, los compañeros, incluso la danza, fueron elementos en mi formación como joven. Después, en la universidad, tuve que ser formada para ser una mujer adulta.

Y me despedí de todos esos papeles con gratitud. Porque no siempre podré guardarlos -y tampoco quiero hacerlo-, porque mi paso por la prepa va más allá de un montón de fotocopias que no he vuelto a utilizar, porque quiero dejar espacio para lo que Dios tiene por delante. A Él le agradecí esos años de adolescente, esos momentos en que sentí que podría comerme al mundo, esa época en que descubrí algunas de mis habilidades y capacidades. Gracias, porque puede vivirlos, pude equivocarme, y pude aprender de esos errores.

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