jueves, agosto 19, 2010

Entre el cansancio y la Gracia

No me he sentado a escribir hace varios días. Y no es que haya dejado de pensar, cavilar y preguntar cosas; más bien, he dejado que el ritmo acelerado de la Universidad -o de la vida misma- me invada. No me gusta, pero esta vez lo he dejado pasar.

Desde hace un par de días he tenido mucho, mucho sueño. Mis ojos me arden, mi rostro refleja esa falta de descanso... ¡aunque sí estoy durmiendo! No sé, tal vez debo acostumbrarme de nuevo a levantarme de madrugada.

Hasta hoy es que me he propuesto sentarme y escribir, aunque sea una breve reseña de lo que ha pasado por mi mente, lo que he vivido y lo que he sentido.

Para empezar, he descubierto -o hecho conciencia- de que estoy en una etapa de transición. Puede parecer muy obvio, pero en medio de la dinámica cotidiana no consideras este tipo de cosas; no te levantas por la mañana y dices "Ah, sí! Hoy es un día más de esta transición de vida y debo tomar decisiones importantes para el futuro". Bueno, al menos yo no lo hago así.

Por momentos olvido que es el último semestre, que llegado diciembre el título de "estudiante" cambiará a "egresada"... mi identidad en ese aspecto cambiará, así como las expectativas y exigencias hacia mi persona. Dejaré las aulas, ya no tendré descuentos en los museos ni en el cine, tendré que ocupar mi tiempo de las mañanas en otros asuntos... Muchos cambios!

Escucho a mis amigos decir "disfruta tu último semestre en la Universidad". Y es curioso oír esas voces amorosas, y contrastarlas con lo que me comparten mis compañeras de clase; pareciera que ya tienen prisa por pasar a lo que sigue, piensan más en lo que vendrá al salir que en lo que vamos a vivir estos meses. No las culpo, pero me llama la atención.

Y claro que me propongo disfrutar este último tiempo. Por eso me quedé con Inzúa en Identidad y cultura, algo aprenderé de ese señor atropólogo-etnógrafo, que está por doctorarse en Historia de México (¿cómo es que no se ha vuelto loco?). Porque quiero disfrutar este tiempo es que no meto el servicio social y espero un poco para evaluar mis opciones y definir lo que quiero hacer. Porque quiero disfrutar mis últimos meses en la ENTS, es que me estoy esforzando por hacer pequeñas cosas para dar testimonio de Jesús entre mis compañeros.

Algo más que está sucediendo en mi cabeza, es comprender más mi profesión. La mega definición que durante años he dicho, ha sido cambiada por algo más concreto: el Trabajo Social es una profesión que estudia las necesidades y problemas sociales. Podemos agregar que el fin es defender los derechos sociales, pero la esencia es esa. Todo lo demás que podamos agregar, es rollo complementario.

Además de todo esto que he escrito, me ha dado por querer hacer y aprender muchas cosas. Pero reconozco que todo tiene su tiempo, y debo ser paciente, dar orden, priorizar, escuchar a Dios. Entre que quiero aprender guitarra, meterme a clases de baile, hacer ejercicio, bordar, tejer, leer, estudiar, viajar... y si me animo a hacer tesis, empezar a trabajar en ella; entre todo eso, debo quedarme quieta, no acelerarme. Y aquí recurriré al apoyo de mi mamá, necesito que alguien me oriente para organizar mis tiempos y ella me conoce lo suficiente como para saber qué sí y qué no.

Aún hay mucho por hacer. Y creo que estoy aprendiendo eso de sí, dejar las cosas a Dios, pero sin ser irresponsable. Tener presente que en un tiempo empezaré una nueva etapa, pero sin adelantarme a esa etapa. Son como dos extremos: por un lado, debo ir preparándome, pero por otro no precipitarme. Y se siente chistoso.

Pero Dios es increíblemente Bueno y Misericordioso. A veces siento que Él sólo está esperando que yo corra a Él; me mira con amor, pero está en la espera de que acuda a Él en todo momento. Siempre está ahí; otra cosa es que yo no vaya a Él. Y en esta transición sé que me guarda y me cuida, pero ahora me toca acercarme completa, constante y permanentemente a Él.

No sé, tal vez es mi etapa puber-adolescente después de mi infancia espiritual. Pero sería aventurado afirmar algo así.

Este tiempo, en el cual ha comenzado mi transición, se vislumbra interesante y emocionante. Los cambios no siempre son fáciles, a veces duelen. Pero me entusiasma pensar que en mi vida hay un sostén infalible: Jesucristo. No importa lo que pase, mi identidad está en Él, mi fuerza está en Él, mi razón de vida está en Él. Será la primera transición de vida que experimente teniéndolo a mi lado, y eso es emocionante.

No sé que suceda de aquí hasta fines de año (y tampoco quiero afanarme por ello), pero estoy segura de que será para Su Honra y Su Gloria.

3 comentarios:

  1. Hey gracias por compartir!
    entiendo lo que dices porque recién lo acabo de superar, creo!
    es dificil esta "etapa de transición"...
    pero como tu bien has expresado... disfruta y descansa en ÉL, eso no quiere decir que no pienses en el futuro, pero no te claves en eso!!!

    que cada día tu vida pueda sacarle una sonrisa en su rostro!

    ResponderEliminar
  2. de acuerdo, de acuerdo. Orando por tí desde la otra península. Todo es bueno cuando se vive de la mano de Dios y se disfruta en Su tiempo!

    ResponderEliminar
  3. Gracias por sus comentarios, chicas.

    ¡Estoy más puesta que un calcetín para disfrutar esta etapa! Ya lo estoy haciendo.

    Ale, tus líneas me sonarón a Atiencia, jaja. Estoy leyendo "Como pastorear y ser pastoreados", y justo hoy leí eso de "todo tiene su tiempo, y todo es hermoso en su tiempo", jeje.

    Saludos y abrazos a los dos extremos del país!!

    ResponderEliminar