lunes, noviembre 08, 2010

Post-campa, pero sin campa

Es curioso observar que estoy en un proceso de asimilación similar al de un campa. Si bien no hubo ninguno, sí recibimos en casa a un compa. Y esa visita dejó más aprendizajes y desafíos de los que me imaginé.

Anteriormente adelanté algo de ello: las benditas preguntas difíciles. El ejercicio de escuchar al otro, reflexionar sobre lo que decía, hacer propias sus dudas y permitir que las mismas confrontaran mis esquemas mentales fue desafiante, a  veces difícil -se requiere paciencia-, pero muy enriquecedor. Finalmente, es a esos estudiantes a los que también servimos y debemos acompañar; así como en la guerra, es injusto dejar morir al herido, es irresponsable abandonarlo cuando más necesita recibir atención de urgencia. Creo que por ello no podré aceptar en ningún caso la respuesta "aún le falta madurar", porque yo preguntaría "¿y qué estamos haciendo para ayudarle?".

¿Cómo viviría mi fe en una prueba de vida o muerte? Desde hace semanas he reflexionado sobre la muerte, ¿le tengo miedo? Pero esta semana brincó la pregunta ¿seguirías creyendo estando en peligro extremo? ¿qué pasaría si estuvieras en una prueba en la que sintieras que ya no puedes más? ¿seguirías buscando el rostro de Dios? ¿lo verías en medio de esa oscuridad aplastante? ¡Es tan fácil decir que creemos en Dios cuando nada nos hace falta! Algo maravilloso fue observar que el Señor obra en medio de esas adversidades, actuando en la vida de otros para que sigan avanzando paso a paso, aferrándose a la Cruz, a la Esperanza.

Por si fuera poco, el Señor en su misericordia me mostró una parte de mi corazón que creí ya no tenía problema... ¡oh, sorpresa! Me sentí avergonzada de observarme a mí misma representando un viejo papel que debí abandonar hace mucho tiempo. Después de postrarme, llorar a Sus pies y confesar mi pecado, el amoroso Padre me confortó y me recordó quién soy, me siguió enseñando... no me abandonó.

Agregaría, además, que voy comprendiendo que a veces es necesario hacer que  algunas cosas y circunstancias tengan poca importancia y no permitir que nos afecten (o coloquialmente decir: ¡me vale!). Y no puedo dejar de lado los aprendizajes en la cocina, definitivamente debo meterme más, porque algún día ocuparé hacer mi propia comida (jeje).

Tuve que sacrificar mi agenda y esa tendencia-obsesión por tener un plan previsto y calculado; un recordatorio de que Dios es dueño de mi tiempo, y es mejor preguntarle cómo debo administrarlo. Ceder espacios que consideré "míos de mí" para compartirlos también fue divertido y satisfactorio; de nada sirve tener algo si no se puede compartir.

Sólo puedo agradecer al Dios Creador por crear amistades bellas y genuinas, pues son relaciones con espacios para seguir  desarrollando habilidades y dones, para continuar aprendiendo y creciendo en la fe, para caminar de regreso a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario