domingo, junio 05, 2011

Libre de hacer el ridículo

Sí, soy libre de hacer el ridículo. Lo entendí durante la lunada con mis intermedios (digo "mis" como si en verdad fueran míos; en realidad, me los han encargado).

Para empezar la noche teníamos que hacer alguna actividad para integrarlos, o más bien, romper el hielo. Y entonces me acordé de ese juego de la masa de pizza que hicimos en el ENFOL: uno en el que hacemos que una masita de pizza imaginaria crezca, bailando y cantando: oooohhhh!... aleleee... alele titatonga... amasa amasa amasa... oa oea oea oa, uhhh!

Ya se imaginarán: yo, Ada, la que siempre dicen que guarda la compostura y la seriedad del momento, dirigiendo el juego... bailando a ritmo africano (o algo parecido), ¡en una lunada de adolescentes! Confieso que los primeros minutos estaba nerviosa: hacer eso significaba hacer el ridículo, que dejaran de verme "seria" (regularmente la gente piensa eso de mí); me atraveré a decir que mi reputación y el respeto que me deben estaban en juego.

Pero pasaron los primeros minutos... ¡y todos muy felices haciendo masa para pizza! Estábamos "haciendo el ridículo" juntos, cantando esas palabras sin sentido y bailando. Les gustó mucho, tanto que repetimos el juego tres veces, para desgracia de mi pobre garganta. Era interesante escuchar que algunos les compartían a los que llegaban tarde: "¿te acuerdas de tal juego? Pues tienes que conocer la versión de Ada, la baila con un estilo muy africano". Comprendí que algo pasó.

No sé qué tanto su percepción sobre mi persona ha cambiado, pero aprendí que puedo ser "yo". Siempre dije que me gusta estar con ellos porque me recuerdan a mi adolescencia... Tal vez tenga que vivir por segunda vez esa etapa, pero no sólo mirando desde la ventana.

¡Soy libre de hacer el ridículo porque Alguien me liberó! No tengo que ocultarles nada, al contrario, debo darme la oportunidad de que me conozcan... eso implica bajar la guardia, ser vulnerable, aunque eso signifique hacer el ridículo.

Investigaré más juegos, porque descubrí que así puedo conocerlos mejor. Por ejemplo, me acordé de ese jueguito del "asesino" y encontré cosas interesantes. Jugando es como puedo conocerles, acercarme, enseñarles.

No cierro esta entrada sin antes decir que hice el ridículo, y porque lo hice primero ellos aceptaron imitarme después y hacer el ridículo conmigo. Entonces, si quiero que sean sinceros conmigo, yo debo serlo; si quiero que confíen en mí, yo debo confiar en ellos.

Quizá no lo saben, pero esa lunada para mí fue más que una desvelada. Gracias a Dios por ello.

1 comentario:

  1. Aleeeee leee aleeele titotongo!! jajaja
    Muy bien Ada, así es la vida
    para disfrutarla muchas veces es necesario hacer el ridículo, cuando te ríes de ti mismo es cuando mas lo disfrutas.
    Saludos!

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