viernes, mayo 03, 2013

Rumbeando en el metro

De las cosas que más disfruto de mi ciudad son los viajes en el metro. Sé que algunos dirán que es una locura que afirme que los trayectos en este transporte público pueden ser agradables. Lo entiendo, no siempre es cómodo (los apretones, el calor, los olores, el ruido...), pero se le puede agarrar el gusto. 

Algo que se ha vuelto cotidiano cuando me traslado de mi casa a Zacatenco es escuchar a dos chavos que tocan música africana en algunas estaciones de la línea que utilizo. Algunas veces les he dado unas monedas, pero siempre suspendo mi lectura para escucharlos como señal de respeto al trabajo que realizan; además de la música dan algún tipo de mensaje que nos exhorta a ser conscientes. Ahí es cuando no estoy de acuerdo del todo, sobre todo por la forma en que lo dicen: muy áspera, casi regañando, como diciendo que somos tontos (por no decir otra palabra) y ellos son los que sí saben. En fin, me quedo con la música.

Pero ayer hubo un ligero cambio: en vez de ser dos sólo iba uno, y en lugar de tocar música africana tocó una canción de salsa. Interesante, pero igual fue bueno. La busqué en la red y aquí la comparto. Lindo detalle de Dios para iniciar la jornada de trabajo.


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