martes, octubre 26, 2010

"Dígame, ¿cuáles son sus ingresos mensuales?"

La semana pasada fui contactada para realizar algunas visitas domiciliarias y aplicar estudios sociales. La finalidad es recabar datos para la asignación de becas por parte de una liga de beisbol. Podríamos decir que es mi primera experiencia "laboral", aunque sea algo eventual.

Confieso que por mucho tiempo dije que yo nunca haría estudios sociales o visitas domiciliarias... hablé muy pronto. Es una de las labores que realizamos los trabajadores sociales, y en verdad es importante hacerlo, pues nos permite conocer parte de la realidad de las familias que necesitan (o no) un apoyo económico para sus hijos. Comienzo a re-valorarlo, por varias razones.

De forma muy subjetiva puedo comprender que nuestro contexto socio-económico presenta "N" cantidad de situaciones, la mayoría de las veces adversas, que orillan a las personas a buscar un ingreso extra, cualquiera que éste sea. La necesidad los motiva a buscar y en cuanto se presenta una oportunidad lanzan la soga, tal vez "pesquen" algo.

Como aplicadora del estudio social, me sentí extraña. Yo sólo iba a preguntar sobre la estructura familiar, a recabar datos, a solicitar comprobantes de ingresos y egresos, a observar la vivienda "sutilmente". ¿Cómo puedo yo entrar a una casa, invadir un espacio privado y cuestionar sobre asuntos que no me competen? A veces las personas se sienten intimidadas, incluso intentan ocultar detalles que resulten "incómodos" o revelen que no están hablando con la verdad.

Hay dos líneas que se me presentaron para reflexionar: Primero, la meramente social. Dentro de estas familias hay desempleados (algunos de Luz y Fuerza del Centro), o jefes de familia que sobreviven con apenas el mínimo. La administración del ingreso familiar es algo que no se vislumbra claramente (¿acaso mejorando esto cambiaría la situación?); los hijos que han tenido que trabajar para pagar su universidad, o las tarjetas de crédito que tienen que cancelarse (¿por qué no tenemos educación en este aspecto?). Mirar dentro de las familias es echar un vistazo a lo que sucede en el país.

Segunda línea de reflexión: la ética. Ahora estoy escribiendo sobre lo que observé, intentando no declarar cosas de más, precisamente porque entré a un espacio privado, y el código mínimo de ética de la profesión exige confidencialidad. El manejo de la información de estas personas es algo serio, pero también no puedo falsear datos; una persona me preguntó si le convenía dar cierta información, sólo atiné a decir "la idea es ser lo más transparentes posibles". Si se llegase a alterar el resultado del estudio, se puede afectar a otra familia que puede necesitar más la ayuda; yo no determino la asignación de becas, pero "podría" influir hasta cierto punto, ¿lo permito o no lo permito? Y, claro, también está la situación de "juzgar", a la que no debo dar paso.

Por lo anterior, comienzo a re-valorar las visitas domiciliarias y los estudios sociales, al igual que mi posición como entrevistadora y como profesional. Trabajo con personas y eso es delicado. Cualquier tipo de decisión les afecta, ¿cómo se maneja este grado de responsabilidad y compromiso? ¿hasta dónde llega mi intervención?

Y bueno, muchas cosas más se quedan en el tintero.

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