viernes, octubre 05, 2012

Nadie lo dijo



Así es, nadie dijo que fuera fácil. Caminar con Jesús no es tan sencillo, y Él mismo lo advirtió a las multitudes que lo seguían y lo buscaban.

Apenas voy para cuatro años en estos asuntos, y cada temporada que pasa comprendo más profundamente esta verdad, porque las cosas se vuelven más profundamente complejas. Para nada es fácil ser cristiano, es decir, un fiel discípulo y seguidor de Jesús.

Nada tiene que ver con la religión, con las tradiciones o con ciertas costumbres; esas son fáciles de seguir: basta con que se hagan rutina y ya. Sin embargo hablar, desear y pensar como discípulo es otra cosa, es estar dispuesto a negarse a sí mismo cada día, cargar la cruz cada día, aceptar que se es vulnerable y dependiente de Él cada día; negarse a conformarse al contexto que se vive, resistirse a la "opción" de diluir el Evangelio y vivir cómodamente sin que nos afecte nada salvo nuestra propia comodidad.

¡Seguir a Jesús no es fácil! Muchas veces he escuchado que dicen que una vez que "le has aceptado en tu corazón" (una fórmula que no termino de comprender y aceptar del todo), el gozo comienza en tu vida. Pero... si uno en verdad ha considerado ir en pos de Él, es porque debió haber escuchado antes sus palabras de advertencia, porque podría llevar una gran decepción.

Ser discípulo no es cómodo, porque implica ensuciarse las manos, quebrarse la cabeza, dolerse por el pecado y sus consecuencias en este mundo. ¿Acaso no es bien padre sentarse diario frente al televisor  sólo para mirar mis programas favoritos? ¿Acaso no es más fácil ignorar lo que ocurre a mi alrededor para que no me afecte? ¿Acaso no es más cómodo decir "dejemos de vivir en el pasado" o aplicar una forma de pensamiento que sólo se dedique a señalar con el dedo inquisidor a aquellos que han tenido a bien protestar frente la injusticia? Vamos, eso es fácil, cualquiera puede hacerlo desde un cómodo sofá.

Pero cuando le decimos a Jesús "quiero seguirte", también decimos "estoy dispuesto a ser vulnerable, a mostrarme sensible, a seguir esas pisadas tuyas entre los que han sido marginados, a levantar la voz denunciando lo que no va conforme a tu Reino". Eso, querido lector, requiere esfuerzo y el esfuerzo duele, cuesta, nos da batalla.

Seguir a Jesús nunca ha sido fácil. Pero bien vale la pena, porque sólo por medio de Él podemos ser verdaderamente humanos, es decir, su obra en la cruz y su resurrección nos permite ser más sensibles tanto a lo bueno como a lo malo. Nos capacita para disfrutar plenamente las bendiciones de Dios, con acción de gracias, porque le reconocemos como nuestro Padre; y también nos quita esa horrible costra de indiferencia hacia el prójimo y el necesitado. ¡Sólo la vida dedicada a ser discípulo es una vida plena de verdad!

Justo ahora, para mí, ser discípula de Jesús no es fácil; no obstante, y a pesar de lo que me está costando, quiero serlo. Igual que hace casi cuatro años le dije "quiero seguirte", lo vuelvo a decir ahora y hasta con más testarudez (je!). Porque ya he comprobado que, aunque no es sencillo, es la única manera de gastar la vida, de perderla... para, al final, ganarla. 

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