viernes, febrero 04, 2011

Así como Salomón

"... y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir... da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?" 

1a. Reyes 3:7,9.

Me he identificado con Salomón al inicio de su reinado. Dios lo había puesto como rey de Israel -que para entonces, ya era un pueblo muy numeroso-, era el sucesor de David, aquel rey conforme al corazón de Dios... ¡y no tenía idea de cómo hacerle!

Bueno, yo estoy en una situación parecida: soy joven inexperta, recién incorporándome a la labor de obrera, recién egresada (en realidad, estoy en la etapa en la que soy "nada": ni estudiante ni titulada ni empleada... ¡nada!); con un paquete de dudas, temores y algo de incertidumbre práctica, pero no estoy paralizada, gracias a Dios. 

Así es, gracias a Dios no me he quedado pasmada. Sí, estoy ante un panorama desconocido, pero no catastrófico. Sí, no sé cómo será mi rutina en los próximos días, pero tengo ganas de seguir caminando. Es una cosa rara: no sé nada, pero quiero seguir. Aunque agradezco a mis amigos sus comentarios respecto a mi capacidad, la verdad es que soy de lo más incapaz e inexperta. Pero... ¡me gusta estar así! Porque ahora sí puedo aprender mejor lo que es descansar en la Gracia y en la Voluntad de Dios; no es tan sencillo, pero es el momento de aprender la dependencia.

Y tengo la certeza de que el Señor me ha ido guiando, aunque yo no me dé cuenta. Por ejemplo, hoy pensaba en la mañana en mis amigos y amigas; resulta ser que varios de ellos se han convertido en mis mejores amigos porque me ha costado dejar mi orgullo para sembrar y cuidar la amistad, y ha sido de lo más bello. Gracias a esas amistades he aprendido un poquito a cuidar de otros, dejando de lado lo que yo pienso y creo que es mejor, amarrando mis ganas de decirles lo que "deberían" hacer para sus vidas; ellos y ellas han sido mi capacitación para saber a acompañar a otros con amor. A través de esas citas de café y llamadas telefónicas es que he empezado a practicar el arte de escuchar (con tropiezos, muchos tropiezos). Entonces, el Señor usa diversos mecanismos para capacitar y preparar. Interesante.

No hay duda. Me siento como Salomón, y por eso recurro al mismo Dios: 
 
Señor, haz de mi corazón uno entendido, que te busque, que te siga y anhele obedecerte para cumplir Tu Voluntad. Que no sea prudente en su propia sabiduría, sino en la tuya; que permita ser guiado por Tu Palabra, para poder guiar a otros a la Cruz. 
Así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario