lunes, febrero 14, 2011

Trabajando

Justo ahora me encuentro en mi primer día "formal" de servicio social. Estoy en un taller de re-diseño de programas/proyectos de la organización, dirigido a personas de comunidades del Estado de México y Guerrero que colaboran para el desarrollo de la niñez en sus comunidades. Cada 5 años se realiza un proceso de evaluación y re-diseño, como parte de su metodología de intervención en las comunidades.

Y estoy aquí con la encomienda de sistematizar la experiencia. Desde poco antes de las nueve de la mañana estoy sentada frente a mi computadora (ya son las doce del día), registrando todo lo que está ocurriendo, cotejando lo planeado con lo realizado, al mismo tiempo que intento comprender esa metodología, esa forma de trabajo comunitario que es desconocida para mí.

Mentalmente, comienzo a agotarme. Seguramente terminaré embotada (esto acabará hasta las cinco de la tarde). Después de un tiempo es complicado coordinar mi atención con mis oídos, con mis dedos y con mis ojos. Pero agradezco que no me haya negado a cargar la lap (¡a mano hubiera sido desastroso!). Por ahora, hay un tiempo de "descanso" para mí, pues los equipos están trabajando aparte en un análisis de cruce entre los árboles de problemas y objetivos con las alternativas que presentan los asesores.

Aunado al cansancio, estoy sorprendida. Jamás imaginé que estaría escuchando y viviendo estas cosas. Todo es nuevo para mí, es diferente a lo que había vivido en mi formación académica. Tan solo el inicio del taller: hubo una reflexión bíblica basada en Lucas 1, para comprender la importancia de la niñez y su desarrollo. Y ahí Dios volvió a hablar (¡mi sueño no está fuera de contexto!).

Esto haciendo un esfuerzo por no pasmarme, por captar todo lo que mis sentidos están percibiendo. Estoy boquiabierta por descubrir que sí es posible empatar el conocimiento de mi profesión con el ministerio cristiano, que eso sí existe. De nuevo sale el tema (en realidad, no se ha ido) de tener una visión clara para el servicio y la misión, y trabajar para lograrlo, buscando glorificar a Dios en el proceso.

Y me emociono al recordar ese sueño que surgió en mi cabeza. Y en ese emocionarme, voy sintiendo que se arraiga un poco más en otras áreas de mi persona (mis ojos, mi nariz, mi cuello, mis brazos, mis piernas...), y seguramente no faltará mucho para que se anide en mi corazón.

Y tengo miedo de aferrarme a eso y después descubrir que sólo es fantasía; pero no sé. Todo depende de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario