lunes, febrero 21, 2011

De rodillas

Desde hace un par de domingos, mientras cantamos los himnos, procuro poner atención a lo que estos dicen. Me he dado cuenta que algunos no son cristocéntricos, otros no dan la gloria a Dios sino que se centran en lo que nosotros sentimos; pero otros pocos son más humildes y le reconocen a Él. Varios tienen alguna estrofa de compromiso y vaya que son fuertes esos compromisos (por ejemplo, "amarte sólo a ti, Señor, siempre llevar tu cruz") y a veces me pregunto si mientras cantamos esto lo tomamos en serio.

Para mi sorpresa (y mi esperanza) sí cantamos a Dios, quizá no siempre, pero aún lo hacemos un poco. "Pronto viene el Rey" ha sido una constante en el último mes, como preparación para la semana santa, y no puedo evitar que se me haga un nudo en la garganta mientras lo entonamos: ¡Pronto viene Jesús! ¡Sí, ven Señor Jesús!

Y ayer hubo unos más que me conmovieron, sólo pondré un par de frases:

"Señor, nada tengo para darte, solamente te ofrezco mi vida para que la uses tú. Señor, hazme hoy un siervo útil que anuncie tu mensaje, el mensaje de la cruz"

"... de rodillas estoy adorándote con fervor; ¡oh Dios, apiádate de mí!"

Hoy toman un sentido especial, porque estoy enferma (no sé qué tengo: tengo tos, me duele el estómago, siento mucha debilidad). Casi toda la mañana he estado dormida y he comido poco; pero en medio de ello he podido pensar: ¡Caray! Qué bueno que la Obra es de Dios y depende de Él, porque con este cuerpo enfermo no podría sostenerla. Un momento. Me quedé quieta y muda: Lo único que tengo es este ser conformado por un cuerpo débil, una mente perversa y un corazón caído ¡que Dios aún así utiliza para Su Obra! ¿Pero por qué? ¿Qué razones tendría Él para confiar en nosotros? Bueno, porque no se trata de nosotros, se trata de Él, siempre se trata de Él.

Eso lo revisé ayer con mis intermedios; estudiamos Josué 24 y fue hermoso mirar sus ojos husmeando la Biblia, sus rostros de sorpresa, sus preguntas, sus expresiones reflexivas. No importa que tengan 13, 15 ó 17 años ¡ellos tienen cosas que recordar, ellos pueden recordar lo que Dios ha hecho en sus vidas! Y siempre se trata de lo que Dios hace, no de lo que nosotros hacemos. El centro de la historia es Jesús, el centro de nuestra historia debe ser Jesús.

¡Oh Dios, apiádate de mí! Ten misericordia de esta mujer débil, frágil, perversa y pecadora; sé que ponerme de rodillas no cambia las cosas, pero sólo es una muestra de mi dependencia a ti. En enfermedad o en salud, viva o muerta, permite que pueda ser un simple instrumento, y que las personas te miren a tí no a mí; porque yo no merezco la gloria, pero Tú sí. ¡A ti y sólo a ti sea la gloria por siempre! Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario